Carlos Díaz: “El objetivo sigue siendo un país con independencia económica, soberanía política, y justicia social”
El secretario de Relaciones Institucionales de la CTA Provincia cuenta el proceso del inicio de su militancia en los 90 hasta la actualidad y la importancia de la unidad de la clase trabajadora.
“Como trabajador del estado me afilie a ATE en 1993 en el marco de las privatizaciones y las políticas neoliberales en nuestro país, lo que para muchos significó la traición del menemismo a la bandera del proyecto nacional, provocando la mayor desocupación, y en materia de derechos humanos el Indulto y Punto Final que perdonaba a los represores.
Primero no participaba directamente del sindicato, sino en la Facultad de Derecho de La Plata, y luego en Mar del Plata. Yo me inicié en el peronismo en la etapa del secundario, y luego integré el Frente Grande allá por el año 93. Después de ese proceso político volví a mi lugar de origen, Necochea, a mediados de los 90 y comencé la actividad sindical y así me fui integrando a la CTA.
Terminé mis estudios terciarios y me recibí como profesor en historia. Pero luego entré a trabajar en el ministerio de Turismo, y luego en el Registro Provincial de las Personas. Ahí empecé a trabajar en la regional Necochea-Lobería, y fue un proceso de construcción que en principio dependía de la regional Mar del Plata. Con el tiempo fui asumiendo nuevas y más responsabilidades políticas y luego del 2009 fui propuesto por mis compañeros y compañeras de Mar del Plata, como candidato a secretario General.
¿Qué creés que ganó y que perdió la clase trabajadora organizada en este proceso que contás?
Hoy estamos en un proceso de disputa de la direccionalidad del campo popular, entre los sectores conservadores que quieren volver a los años 90 y los que plantemos profundizar un proceso político y social que amplié los derechos de los trabajadores y del pueblo. Estamos viviendo una etapa muy importante de nuestro país. Personalmente aún no se ha saldado la crisis de representación política que se manifestó con la rebelión popular del 2001, y la resolución de esa crisis, la inscribo en esta disputa política de hacía dónde vamos, qué pretendemos y el objetivo como militantes sigue siendo instaurar un país con independencia económica, soberanía política, y con justicia social, que son los principios políticos con los cuales uno se ha formado.
Seguimos soñando con ese país que vivieron nuestros padres y por los que lucharon los compañeros revolucionarios de los 70, esas son las banderas que han guiado mi participación política.
Ahora, estamos en un momento complejo, pero uno ha aprendido en ATE y CTA que las crisis son una oportunidad, que pueden ser positivas o negativas para el pueblo. Estamos en un periodo complejo, por ejemplo por cómo actúa el poder económico y los grandes medios de comunicación, que responden a ese sistema, como se ha ocultado la muerte de dos pibes que trabajaban en un taller clandestino de la Capital Federal, socios de la familia del poder político, de Macri, concretamente, que está involucrada en esa situación. Eso le hace pensar a uno qué hubiese pasado si los responsables de ese accionar fueran otros sujetos políticos, hubiese sido un escándalo, y pedirían juicios.
¿Qué diferencias encontrás con los 90?
La diferencia de los noventas con esta etapa es perceptible, estamos en otro tiempo político, hubo un proceso histórico que se inició en 1976 con la instauración de un proyecto económico a sangre y fuego con el terrorismo de estado que se profundizó en los años 90, pero que en el 2001 hubo un quiebre. Creo que estamos en una etapa de transición de esa crisis, por eso también cuando se pretende asimilar este tiempo con el menemismo debemos decir que se ha avanzado mucho, pero no se modificó la matriz económica, y quienes siguen siendo los beneficiarios del sistema, son los grupos económicos y las grandes empresas.
¿En este contexto, que se ve al campo popular y la clase trabajadora dividida y fragmentada, qué implica el continuo llamado de la CTA a la unidad de la clase organizada?
Por un lado, el poder económico es el que sabe lo que significa la unidad de la clase cuando no solamente está dispuesta a luchar por sus reivindicaciones, sino también cuando está dispuesta a luchar por un proyecto de país. Esto es parte también de los 90 que dejó a los trabajadores en las calles, que tomaron las rutas. Ahí la CTA tuvo uno de los mayores méritos al hacer una lectura correcta e irse de la CGT, que traicionaban al país y aún sigue en la misma, como Barrionuevo que es símbolo de esa dirigencia traidora y claudicante. Pero nosotros supimos incorporar a los trabajadores a través de las organizaciones sociales, que fueron protagonistas en esos momentos, avanzamos en el desierto de esos años. Y si bien está instalado en el imaginario colectivo que la rebelión del 2001 se dio porque la clase media salió a cacerolear contra el corralito, cuando la verdad es que fue la clase obrera organizada que salió a la calle en contra de las políticas neoliberales de quienes entonces gobernaban, De la Rúa, Cavallo y Lopez Murphy.
Lo que tiene que ver con la Central podemos discutir las miradas con respecto al proceso político que se inició en el año 2003. La atomización del movimiento obrero, y la existencia de 5 centrales sindicales tiene que ver con lo que le sirve al poder económico, un movimiento obrero dividido, pero también tiene que ver con la vigencia de la discución de los modelos sindicales y la Libertad y la Democracia Sindical.
Acá tenemos una de las deudas del proceso político actual, porque para garantizar cualquier transformación se requiere de organizaciones sociales, autónomas, y movilizadas en torno a los cambios que uno quiere construir. Garantizar la democracia sindical para nosotros sigue siendo un precepto fundamental.
CTA Buenos Aires.