No es ayuda, es trabajo infantil
Por qué es esencial luchar contra el trabajo infantil y asegurar que todos los niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de aprender, crecer y desarrollarse en un entorno seguro y saludable.
Opinan: Rosario Hasperué, coordinadora nacional del Foro por la Niñez e integrante de la CTA Autónoma; Gustavo Ponce, punto focal de trabajo infantil, trabajo forzoso y trata de personas de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) Argentina; Mirta Berent, delegada del Sindicato Único de Obreros Rurales (SUOR) y concejala electa de Wanda, Misiones.
Por: Florencia Mártire y Mariana Portilla
Ilustración: Adictos Gráficos
Nicolás se despierta antes de que salga el sol. Tiene doce años y desde los nueve trabaja en la tarefa, cortando y arreglando la yerba. Vive en Puerto Esperanza, una pequeña localidad en el noroeste de Misiones. “Empecé a trabajar porque en mi casa necesitábamos ropa y comida. ¿Cuál es mi sueño? Seguir trabajando, nomás”. Su testimonio y el de muchos chicos más es parte del documental Libres de trabajo infantil, que busca concientizar sobre lo que se esconde en los yerbatales de esta provincia y que se replica, con sus particularidades, en distintas zonas del país.
La realidad de Nicolás es parecida a la de miles de chicos y chicas que a diario limpian vidrios de autos, empujan carros o venden pañuelos descartables en las esquinas de cualquier ciudad. Es que en Argentina hay 1,3 millones de niños, niñas y adolescentes que trabajan, según un informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), relevado en el segundo semestre del 2022. Esto equivale al 15 por ciento de la población de entre 5 y 17 años.
EL TRABAJO PRECARIZADO, UNA POSTA FAMILIAR
“En la actualidad, la situación es preocupante. Que el trabajo infantil esté prohibido es relativamente nuevo en la historia; antes, que el niño trabajara era común en todo el mundo”, dice Rosario Hasperue, coordinadora del Foro por los Derechos de la Niñez.
En 1994, Argentina ratificó la Convención sobre los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas, y en 1994 le otorgó rango constitucional. En 2008, sancionó la ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, estableciendo la edad mínima de admisión al empleo en 16 años y disponiendo una serie de condiciones de protección especial hasta la mayoría de edad.
Para los defensores de los derechos de las infancias y adolescencias, la problemática del trabajo infantil es multicausal, aunque tiene su raíz en la distribución desigual de los ingresos. En este sentido, se entiende que la respuesta debe ser política para generar una distribución equitativa y garantizar un salario digno a las personas adultas en edad de trabajar.
“Para el mundo adulto, pelear por la erradicación del trabajo infantil es doblemente estratégico. Por un lado, porque implica pelear por los derechos de la clase trabajadora y, por otro lado, porque implica cuidar a nuestros hijos e hijas, que no pueden ser mano de obra barata, variable de ajustes”, dice Hasperue. “Tenemos que garantizarles el desarrollo de sus potencialidades, que son las que se ganan en los primeros años de vida, para que después puedan elegir qué quieren hacer”.
En la economía informal, es el agro uno de los sectores que más puestos de trabajo infantil genera. Pero, ¿cuál es la característica principal de esta mano de obra? “La precarización”, responde Hasperue y advierte: “Donde hay más trabajo precarizado, es donde hay más trabajo infantil”.
También señala esta relación Gustavo Ponce, punto focal de trabajo infantil, trabajo forzoso y trata de personas de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) Argentina. “Es un fenómeno muy sensible a cuestiones sociales que están vinculadas al trabajo de los padres, a la economía familiar, a la estrategia de supervivencia, y también a las instancias educativas, al acceso a la salud y a la protección social”, afirma. “Ya hay mucha bibliografía sobre qué elementos debe contener una política pública y claramente tiene que ver con una cuestión de mejora del trabajo decente de los adultos”.
¿QUÉ HACEMOS CON LOS CHICOS?
Mirta Berent, delegada del Sindicato Único de Obreros Rurales (SUOR) y concejala electa de Wanda, Misiones, resalta la importancia de los espacios de cuidado para las infancias que su organización logró poner en funcionamiento en la localidad de Andresito y está próxima a inaugurar en Wanda. En ese punto del mapa, el trabajo infantil estuvo ligado por décadas a la producción de yerba: chicos y chicas, como Mirta, que iban con sus padres a trabajar al campo. Tenían que hacerlo para colaborar con la economía familiar y porque no tenían dónde quedarse cuando no estaban en el colegio.
Para Berent, los espacios de cuidado constituyen una parte de la solución. “Son espacios para las infancias, donde ellos pueden estar mientras sus padres y madres van a trabajar tranquilamente”, afirma. “Los niños tienen que estar escolarizados, jugando y disfrutando de su infancia, porque no deben estar ni vendiendo las piedritas, ni los arbolitos, ni en el yerbal, ni en la cosecha de mandioca con los padres”.
Hoy, mientras el trabajo infantil disminuyó considerablemente en la tarefa, la cosecha manual de yerba mate, gracias a diferentes acciones para su erradicación, aumentó, por el contrario, en la zona turística de Wanda, con la venta ambulante de piedras preciosas y artesanías. “Mayormente los tenemos a los niños vendiendo piedritas en las calles, en este corredor turístico que lleva desde el ingreso de las minas hasta el fondo, que son 1500 metros”, cuenta Berent. “Pero también tenemos muchos niños que los padres los llevan a Puerto Iguazú, a 40 minutos de viaje en colectivo, a vender frente a los hoteles”.
“Muchas veces se lo ve como una ayuda y no se comprende que es trabajo. Lo que pasa es que los niños entienden que si no trabajan, no comen”, coincide Hasperue y continúa: “La mayoría de los padres han sido niños trabajadores y entienden que esa es la vida: se trabaja por la comida, porque esa es la realidad. Entonces, cortar con este circuito es muy importante porque es cortar también con la reproducción de la pobreza y las relaciones de precarización laboral”.
Entonces, si los espacios de cuidado vienen a resolver dónde dejar a las infancias, lo que falta, todavía, es que esos padres y madres que fueron trabajadores desde una edad temprana comprendan que ese no es el camino. “Si yo no los traigo, yo no facturo”, son palabras textuales de algunos de ellos. “Capacitar, brindar herramientas y recursos e involucrar a las familias”, dice Berent, “es la única forma de que puedan entender y de que podamos tener la mirada hacia una misma dirección: caminando juntos hacia la erradicación y prevención del trabajo infantil”.
LA RESPUESTA TAMBIÉN ES COLECTIVA
En mayo de este año, la Argentina fue reconocida recientemente como “País Pionero” de la Alianza 8.7, una asociación mundial que busca erradicar el trabajo infantil y el trabajo forzoso, las formas modernas de esclavitud y la trata de personas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta categoría distingue a los Estados que adoptaron legislación y establecieron políticas, mecanismos de coordinación y renovaron su voluntad política para promover nuevos enfoques en la materia.
“La respuesta no es solamente del gobierno nacional, los provinciales y los locales, sino también de otros sectores que son clave, que son los empleadores y las organizaciones sindicales. Cuando todo esto sea más coordinado y tenga mayor alcance, realmente va a sumar mucho”, dice Ponce.
Las inspecciones laborales, la apertura de espacios de cuidado, la mejora de las condiciones de los trabajadores y el acceso a la información son algunas de las políticas que se están llevando adelante con la cooperación de diferentes sectores. “Respuestas hay”, asegura Ponce, “el desafío está en pensar la escala de estas respuestas y cómo tratar de hacerlas más eficientes, más efectivas. Es importante también ver qué sucede con las experiencias de otros países y tener un nivel de innovación dentro de las políticas públicas”.
Y finaliza con una metáfora: “El trabajo infantil se tiene que pensar como una gran pileta donde hay una canilla de entrada y hay un lugar de desagote. Vos podés hacer políticas efectivas de retiro de niños que están trabajando hoy, pero si dejás la canilla abierta tenés una entrada de niños y niñas que se van sumando día a día al mercado del trabajo o tareas dentro de los hogares. Por eso, es muy importante que haya una visión integral que aborde cuestiones de retiro de niños y niñas que trabajan hoy, pero también que incluya acciones fuertes para prevenir que aquellos que no trabajan y estén en riesgo, no lo hagan”.
REDISTRIBUIR LA RIQUEZA PARA ACABAR CON EL TRABAJO INFANTIL
Si el trabajo infantil es multicausal, tambien son múltiples los sectores que tienen su parte en la solución. Pero quienes trabajan en el día a día coinciden con que la degradación del trabajo formal y del salario es la principal causa de trabajo infantil.
Desde diciembre de 2015, final del último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, hasta junio de 2023, la caída del Salario Mínimo Vital y Móvil en Argentina fue del 55 por ciento. Actualmente, cubre un poco más de un tercio de la Canasta Básica, que marca también la línea de la pobreza como criterio de subsistencia. Esto configura el fenómeno de los trabajadores pobres, cada vez más extendido en el mundo laboral argentino.
El trabajo infantil es también, entonces, parte del debate por la redistribución de la riqueza. El fuerte proceso de regresividad en la distribución de los ingresos que se vive en Argentina desde el gobierno de Mauricio Macri implicó un deterioro en la participación de la clase trabajadora en el PBI y un salto en la apropiación del excedente por parte del capital. Es necesario entender que las organizaciones del trabajo que impulsan un proyecto de país con centralidad de la clase trabajadora no lo hacen por una cuestión de privilegio particular. El reclamo por salarios dignos y mejores condiciones de trabajo, la resistencia y el repudio a la precarización laboral, necesariamente son fuente de justicia y de derechos cumplidos. Incluidos los derechos de las infancias. La sociedad no puede estar en desacuerdo con la importancia de proteger a nuestros niños, niñas y adolescentes.
Fuente: malaspalabras.org