Terminar con el Trabajo infantil: un desafío mayor en pandemia
Este 2021 es el Año Internacional de la Erradicación del Trabajo Infantil. Si bien nuestro país adhirió a todos los compromisos internacionales y tiene sus leyes internas adaptadas a los convenios macro, un escenario de desigualdad acrecentado por la pandemia, como en toda la región, hace más alarmante la realidad y más grande el desafío intersectorial para cumplir con las metas propuestas.
El Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil fue un compromiso asumido por el Grupo Regional de América Latina y el Caribe durante la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil, llevada a cabo en 2017 en la ciudad de Buenos Aires.
Siguiendo este compromiso en 2019, durante la 73° Asamblea General de las Naciones Unidas, se decidió por unanimidad declarar el 2021 como el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, reafirmando así entre los Estados Miembros la voluntad de adoptar medidas urgentes y eficaces para poner fin a este flagelo en todas sus formas en sintonía con la meta 8.7 de la Agenda del año 2030.
En este 2021, durante el 10 al 17 de junio, se desarrolla la campaña: “Actuemos ahora para poner fin al trabajo infantil”. Pero ocurre en un escenario de aumento de pobreza y desigualdad ante la Pandemia por COVID -19, que nos obliga a redoblar esfuerzos de todos los sectores involucrados en la lucha por la Erradicación del Trabajo Infantil.
Pobreza, desigualdad y Trabajo Infantil
Las causas del Trabajo Infantil son múltiples y diversas, pero fundamentalmente están vinculadas al sistema económico que deja por debajo de la pobreza y al borde de la sobrevivencia a millones de familias, cuyos niños y niñas se ven obligados a trabajar para colaborar con el ingreso familiar.
El trabajo infantil en los países en Latinoamérica tiene relación directa con la aplicación de modelos neoliberales que producen una mayor exclusión social.
Según estimaciones de Cepal y OIT, al menos 34 millones de empleos se han perdido en América Latina y el Caribe a causa de la pandemia COVID-19. Esto implicaría un retroceso de 15 años en la región, incrementando el número de personas pobres a 231 millones. La pobreza extrema presentaría un retroceso de 30 años, alcanzando 96 millones de personas más.
Esto provoca un aumento de la tasa de trabajo infantil, estimada en más de 10 millones de niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo infantil en América Latina y el Caribe. A su vez, a nivel global, esa cifra asciende a 160 millones en todo el mundo, y varios millones de niños más se encuentran en riesgo en este contexto de Pandemia.
La realidad en nuestro país no es ajena, con un 42 por ciento de la población bajo la línea de pobreza y estimando que el índice de pobreza en la niñez alcanza un 63 por ciento, sin dudas, la pandemia impactó y agudizó el problema.
Un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Argentina, elaborado junto a UNICEF y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, afirma que el 16 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de entre 13 y 17 años realizan tareas orientadas al mercado. De ese total, 1 de cada 2 comenzó a hacerlo durante el período de aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) establecido por el gobierno como parte de las medidas de respuesta a la pandemia. Mientras que 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes que trabajan están excluidos del sistema de protección social, entre quienes ya trabajaban antes de la pandemia, en el contexto actual, realizan las mismas tareas pero con mayor intensidad.
Crisis educativa y Trabajo infantil
La Convención de Derechos del Niño estipula los derechos de la niñez, entre ellos el derecho a una educación universal y obligatoria.
Ante las restricciones de circulación por la Pandemia y la puesta en marcha de nuevas estrategias educativas mediadas por tecnologías de la comunicación y la información, se ha puesto al descubierto y se ha acrecentado la brecha digital. La educación en línea ha dejado fuera a millones de niños y niñas que no tienen acceso a Internet. Como resultado, la brecha educativa ha crecido enormemente entre los que tienen ordenadores e Internet y los que no tienen acceso a esos medios. Según las estimaciones realizadas por el Informe de la Universidad Católica Argentina (UCA, 2021) la continuidad digital de la educación trajo aparejado innumerables dificultades dado el contexto de fragilidad social pre-pandemia de muchos hogares en la Argentina, llevándose a perder durante el año 2020 una matrícula de estudiantes aproximada de 33% para la secundaria, 10% para la educación primaria y 30% para la inicial.
Con el incremento de la pobreza, el parcial cierre de las escuelas y el limitado acceso a los servicios de protección social; niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad social, acrecientan sus posibilidades de incorporarse prematuramente al mercado laboral.
Perspectivas y desafíos
Los Organismos competentes de los Estados comienzan a preocuparse por el tema a partir de la 87º Conferencia de OIT de junio de 1999 en la que se aprueba por unanimidad el Convenio 182 y su Recomendación 190 sobre las Peores Formas del Trabajo Infantil.
En Argentina se han tomado resoluciones legislativas de gran avance a nivel global, como la Ley 26390 de prohibición del trabajo infantil, la elevación de la edad mínima de admisión al empleo a 16 años y la protección del trabajo adolescente para el conjunto de 16 y 17 años.
Sin embargo, entre otras dificultades entendemos que aún persiste la ausencia de un
sistema de registro de datos integrado y objetivo factible de permanecer a lo largo del tiempo y cuya sistematización continua confiera herramientas al diseño de políticas públicas a los gobiernos de turno en cada nivel de estado.
Por otro lado, el trabajo infantil suele estar naturalizado. Visibilizar y desnaturalizar el problema es una gran tarea, entendiendo que es clara la necesidad de intensificar debates, percepciones y miradas y avanzar en la concientización sobre causas y consecuencias, como también en la formación, diversidad, adaptación y evolución del fenómeno, que suele aparecer en nuevas formas y cada vez pueden ser más complejas.
En pos de contribuir, generamos una fuerte alianza entre las tres Centrales sindicales de la Argentina para coordinar y reforzar mejor nuestro trabajo en este ámbito. Este es el objetivo del primer curso de formación para compañeros y compañeras en el territorio sobre erradicación de trabajo infantil que comenzó a dictarse en abril de este 2021 con perspectivas de continuidad. Aportamos a la formación para la acción desde la clase obrera en el compromiso intersectorial, y en un marco de unidad, para la erradicacion del trabajo infantil y la protección del trabajo adolescente.
El escenario de crisis actual nos obliga a actuar con urgencia. Nuestros pibes y pibas requieren nuestros mayores esfuerzos y compromisos.
Desde el sector sindical reclamamos Trabajo Decente y Justicia Social. Entendemos que el principal problema es el modelo económico, que el abordaje debe ser político, y el mayor desafío es la distribución de la riqueza.