Trabajadorxs de Rappi exigen un convenio colectivo y reglas claras de trabajo
Lxs trabajadorxs del Supermercado Virtual Rappi iniciaron su proceso de sindicalización con el objetivo de ser incorporados al convenio colectivo de la actividad entre otras mejoras en las condiciones laborales, contractuales y de trato. Es por esto que el Sindicato Joven CIS (CTA-A) exige a Rappi un convenio colectivo y reglas claras de trabajo para su personal.
Contrario a lo que se cree, Rappi no solo es una empresa de entregas a domicilio, es un supermercado virtual que además ofrece el servicio de la compra presencial y la venta online a los consumidores. Por este servicio la empresa cobra una comisión, además de quedarse con las propinas que los clientes agregan al importe de su compra que nunca llegan al ‘Shopper’, como les denominan en la jerga a la persona trabajadora de Rappi que entra al supermercado real y hace la compra.
Desde la CTA Autónoma de Buenos Aires conversamos con un trabajador shopper migrante venezolano, quien relató la grave situación que atraviesan junto a sus compañerxs. Sus identidades serán preservadas debido a la persecución que sufren por parte de la empresa que hostiga, suspende y descuenta sueldos a quienes pretenden pelear por sus derechos.
«Estamos exigiendo mejoras en las condiciones laborales, ya que no tenemos horario de descanso, si la demanda está alta tenemos que darle sin parar al trabajo. También estamos pidiendo que nos den los elementos de trabajo que nos corresponden: delantales, riñoneras, máscaras, tapabocas, guantes, el antibacterial, todos elementos que nos hacen falta y que no nos han brindado», apuntó.
Asimismo lxs trabajadorxs están pidiendo que se les permita la afiliación al sindicato de comercio, lo que «significaría un respaldo muy importante para nosotros», aseguró. De la misma manera están pidiendo un cambio de contratos, donde se especifique todas las garantías que tienen como empleados, ya que el contrato que firman no incluye las principales reglas de juego, por lo tanto no hay reglas claras en esa relación laboral o son prácticamente inexistentes: «No tenemos ninguna garantía, colocan cualquier cosa en los contratos y agarran a jóvenes para meterlos a trabajar aprovechándose de la necesidad de haberse quedado sin laburo en la pandemia».
No tienen estipulados los descansos donde resetear las necesidades fisiológicas del organismo, y si no les prestan el baño del supermercado donde trabajan (Coto, Carrefour, Walmart, Cencosud) tampoco pueden alejarse del lugar porque los controlan por GPS.
Situación que se ve agravada debido a que lxs trabajadorxs no cuentan con un mecanismo de quejas, para enfrentar los castigos que impone la empresa que están sujeto a criterios personales de los supervisores y son INAPELABLES, «si nos quejamos de algo que esté mal automáticamente nos sancionan con una tarjeta roja o amarilla, la cual significa el descuento de un bono que nos dan de $5000. Prácticamente nos callan en todo. Si un cliente comete un error y el error no es nuestro nos colocan una tarjeta», explicó el shopper.
Este bono es el único ítem además del salario básico sin descuentos de $28.940 que perciben por las 42 horas semanales, y aparece en el recibo de sueldo como ‘PREMIO’, sin embargo si les descuentan una parte o la totalidad no aparece declarado, por lo tanto no hay elementos para realizar el reclamo de merma salarial. «Se aprovechan de nosotros que somos inmigrantes, y tenemos necesidades de enviarles dinero a nuestros familiares que están en nuestro país de origen. Nos quitan estos beneficios y no nos dan garantías de nada».
En ese sentido el trabajador shopper denunció que «las propinas que nos dejan los clientes, que van desde 100 a 500 pesos, desaparecen de la aplicación, nunca llega a nosotros. Esa propina vuelve a los clientes haciéndoles un ‘rappicrédito’, quienes piensan que les están regalando plata y resulta ser que es nuestra propina que la empresa nos está quitando para dársela a los clientes».
En este servicio de Rappi, que a su vez está tercerizado en agencias de empleo como Adecco y Oxigeno, lxs trabajadorxs no solo deben armar el pedido y realizar la compra que los clientes piden a través de la aplicación, también deben ofrecer un producto más: si alguien pide salchichas deben ofrecer la mostaza, si no hay lo que piden, ofrecer un sustituto. Una tarea propia de la venta asistida presencial, por lo tanto les corresponde la categoría Administrativo B, prevista en el 6° del CCT 130/75 por su condición de preparadores y/o armadores de pedidos, o la de vendedor.
Y como si fuera poco, estos empleados de comercio están fuera del convenio de los empleados de comercio, por lo tanto perciben un salario 40% inferior al que les correspondería por estar correctamente encuadrados. Es por esto que exigen «que nos agreguen al convenio comercial, ya que nos están pagando prácticamente nada a lo que nos corresponde por la tarea que estamos realizando».
Un dato no menor: el personal de Rappi es en su mayoría migrante. Esto no se debe a una política laboral de inclusión, sino todo lo contrario, violar todas las leyes nacionales basadas en el temor de la persona que trabaja fuera de su patria a perder el sustento.