Violencia obstétrica y parto respetado
Existen dos leyes en nuestro país que hablan de ambas cuestiones. Se trata de dos caras de una misma moneda: las condiciones en las que las mujeres parimos y nacen nuestros hijos. También se trata de entender el embarazo y la maternidad como un proceso natural y saludable en contraposición al paradigma estrictamente médico.
Una mujer llegó un viernes a un Hospital con 6 meses de embarazo y la bolsa rota. Que se había hecho pis, que vuelva el lunes, le dijeron. Cuando volvió la internaron porque además de líquido amniótico empezó a perder sangre. La hicieron parir el martes. «Las enfermeras decían a los médicos que me dejaran que la expulsara sola, como si estuviera muerta, mientras en el monitor yo sentía los latidos. Después del parto, que fue normal, me durmieron sin saber yo lo que pasaba’’ contó luego la mujer, que cuando despertó quiso ver a su hija. «Fue una enfermera quien vino a preguntarme qué íbamos a hacer con el cuerpo. Pasaron 15 minutos de nacida y mi hija ya estaba en un cajón cerrado’’. Así se enteró la mujer de la suerte de su beba y quiso verla. Se lo negaron, le dijeron que ya estaba muerta. Pero la madre insistió. Y fue a buscarla. El padre abrió el cajón con una barra metálica, y entre la escarcha y unas gasas la madre acarició a su hija. Sólo con ese contacto su beba suspiró y los padres la vieron moverse. Estaba viva. Había pasado 12 horas en una heladera de la morgue. La llamaron Luz Milagros. Vivió un año hasta que su corazón no aguantó más. Ya era tarde. Esta es una historia real, y es una historia de Violencia Obstétrica.
El mismo Hospital de Chaco en donde dieron por muerta a Luz Milagros y no dejaron que sus padres la abrazaran en aquel primer momento de nacer, es el mismo que fue denunciado por cambiar bebés. Eso es Violencia Obstétrica. El maltrato y el destrato durante el embarazo, la falta de información, la despersonalización de la mujer, el avasallamiento de su cuerpo a la hora de parir, la separación de los hijos de sus madres en ese primer momento crítico, o que te traten divina pero te hagan innecesariamente una inducción, kristeller, episiotomía y una operación cesárea cuando médicamente no se justifica, todo eso es Violencia Obstétrica.
Parirás con dolor
Existe un mandato cultural que indica “parirás con dolor”, desde allí las mujeres construimos una imagen del parto como un hecho doloroso, y muchas veces traumático, que nos conduce a depositar nuestro cuerpo y el del bebé en manos de las instituciones médicas. Como consecuencia terminamos pariendo desde la inacción a través de cesáreas, o bajo órdenes en la sala de partos. Cedemos la soberanía de nuestro cuerpo, y bloqueamos el poder propio de parir. Porque el parto “lo hacen” lxs médicxs.
En la actualidad existe una gran deuda social, ya que los adelantos técnicos- tecnológicos no están siempre puestos en función de mejorar esa capacidad de las mujeres en su beneficio y el del bebé, sino, por el contrario, muchas veces favorecen una situación que nos ubica entre los países con índices más elevados de partos inducidos y cesáreas.
Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no puede justificarse que ningún país tenga más de 10-15% de cesáreas y no más de 10% de inducciones, en la Argentina la tasa de cesáreas es del 35%, pero en el ámbito privado puede alcanzar el 70 por ciento.
El desplazamiento social de la mujer como conductora del proceso embarazo- parto, la construcción de una serie de mitos en relación a los supuestos beneficios de la cesárea en una sociedad con un fuerte sesgo esteticista, el abuso de la cesárea en ocasiones por comodidad o rentabilidad del médico, por corrimiento de las parteras en la asistencia de los partos, el miedo a los juicios por mala praxis, entre otras razones, explican este aumento exponencial de las cesáreas in-necesarias que se llevan adelante en nuestro país.
Como parte de una batería de medidas para intentar cambiar el paradigma, desde el Consejo Nacional de Mujeres, junto a UNICEF y el Ministerio de Salud de la Nación promovieron el programa de Maternidades Seguras y Centradas en la Familia. Hasta la fecha existen 102 maternidades adheridas a esta representando el 53% de los nacimientos del sector público.
Sin embargo, el gran desafío está puesto en la formación de los trabajadores de la salud y en un cambio de prácticas. “Es un problema cultural” señala Lorena Ribot, conductora del programa Vos Sabés y Presidenta de Vos Podés, Asociación por los Derechos del Parto, el Nacimiento y la Crianza. “Ese don femenino, el de parir – comenta Ribot- ha sido cuestionado repetidamente desde las estructuras patriarcales y desde las modernas estructuras que llamamos “adelantos científicos”, ya que desde la aparición de aquellos, los partos se han convertido en territorios de profesionales y han dejado de ser territorios femeninos. Las mujeres en nuestra cultura hemos terminado creyendo que solas no podemos parir, que no sabemos parir, que parir es peligroso y que se necesita la asistencia de la ciencia y la tecnología. Que parir es doloroso, es un momento de sufrimiento … todos conceptos que refuerzan la idea de que la maternidad es una ofrenda que sumisamente debemos hacer al mundo para ser premiadas con el reconocimiento de la sociedad como seres valiosos. Entonces, allí vamos, vamos a parir asustadas, inseguras, pensando que tenemos que portarnos bien, que tenemos que aceptar lo que nos digan, ahí vamos, a parir con indicaciones, a parir con tiempos de reloj que nunca sabremos si son bienintencionados o son tiempos caprichosos que responden a las necesidades de los otros y no a las nuestras, vamos a parir con dolor, con soledad, con resignación”.
Frente a esto, Ribot considera que “de a poco, se van escuchando nuevas voces, voces que cuestionan el orden establecido, voces que preguntan, que buscan… Las mujeres no nacemos con un cierre en el abdomen para facilitar el parto. Nuestras vaginas se adaptan al tamaño de nuestros hijos y sus cabecitas al tamaño de nuestras vaginas, no es necesario hacer episiotomías a granel. No es lógico que los bebés se empecinen en querer nacer fuera de los límites del tiempo y que sean necesarias las cantidades siderales de inducciones por estar “pasado de fecha”. No tenemos un reloj tatuado en los pechos para saber cada cuanto hay que dar la teta ni por cuánto tiempo”.
Este cambio, que se plasma en leyes y en incipientes acciones gubernamentales, está precedido por un movimiento de mujeres que de apoco va ganando protagonismo también en este tema, como se vio reflejado en el Encuentro Nacional de las Mujeres del 2014 cuando se incorporó la mesa de Violencia Obstétrica, y en este Encuentro 2015 en donde comenzaron a coordinarse acciones para luchar contra este tipo de violencia. “¿Será porque nos dimos cuenta que estar embarazadas no constituye una enfermedad, y es por eso que no es necesario más intervenciones ni salvatajes? ¿Será que estamos dispuestas a recuperar el embarazo, el parto y la crianza como cosas que nos pasan a nosotras, las mujeres, a nuestros cuerpos, a nuestros órganos, a nuestros sentimientos, a nuestros deseos? ¿Será que queremos parir y que queremos sentir eso, sí, sentir?” pregunta irónicamente Ribot.
Pariendo derechos
En el año 2004 el Congreso de la Nación Argentina sancionó la Ley Nº 25.929 de Derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento. Esta ley es la primera ley Argentina que establece clara y taxativamente los derechos de madres, padres y bebés en cuanto a su atención en hospitales, clínicas, sanatorios, obras sociales, etc. Junto con la Ley Nacional Nº 26.485/09 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, establecen una plataforma de cambios que deben ser efectuados en los servicios de salud a fin de asistir los nacimientos de manera fisiológica y con la menor cantidad de intervenciones posible. Se entiende que estas intervenciones serán sólo justificadas en los casos de real necesidad, como lo establecen la OMS y la Declaración de Fortaleza (1985), intentando de esta manera hacer de los nacimientos una cuestión de intimidad y del ámbito de lo privado y personal de cada familia.
Para la Ley Nº 26.485 la Violencia Obstétrica es «aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929”.
Estas normas plantean cuestiones tan elementales como el derecho de la madre a ser tratada con respeto, a ser informada sobre las intervenciones médicas, a ser considerada como persona sana y protagonista de su propio parto, a un parto natural, a ser informada sobre el estado de salud de su hijo/a, a estar acompañada, a tener a su lado a su hijo/a durante la permanencia en el establecimiento sanitario, a ser informada sobre los beneficios de la lactancia materna, a recibir asesoramiento sobre los cuidados de sí misma y del hijo/a.
También establecen los derechos de las personas recién nacidas como a ser tratadas con respeto, a su inequívoca identificación, a la internación conjunta con su madre, entre otros. Madre y padre, tienen derecho a recibir información comprensible, suficiente y continuada, en un ambiente adecuado, sobre el proceso o evolución de la salud de su hijo o hija, incluyendo diagnóstico, pronóstico y tratamiento; y a tener acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita.
El 1ro de octubre de este 2015, luego de 10 años de su sanción, con más de la mitad de las provincia adhiriendo poco a poco a la nueva normativa, y varias campañas de organizaciones como Vos Podés en reclamo de su puesta en marcha, el Poder Ejecutivo Nacional reglamentó la Ley Nº 25.929 a través del Decreto 2035/2015. Entre los fundamentos expresa: “Que dicha Ley pone de relieve los derechos de toda madre a la información, al trato digno, respetuoso e individual, propugnándose su libertad de elección respecto de la persona que la acompañará durante los controles prenatales, el trabajo de parto, el parto y el posparto, anteponiéndose el parto natural a las prácticas invasivas y de suministro de medicación, sin perjuicio de la necesidad y obligatoriedad de la utilización de estas prácticas cuando lo ameriten el estado de salud de la parturienta y/o la persona por nacer con la previa voluntad de la madre expresamente manifestada”. “Que asimismo, en la citada norma se destaca el claro reforzamiento del derecho al vínculo corporal entre la madre y el/la recién nacido/a, exigiéndose el mayor respeto a dicho vínculo, al reconocerse la necesidad del/la recién nacido/a a la internación conjunta con su madre en sala durante el menor plazo posible y la necesidad de la madre de mantenerse al lado del/la recién nacido/a, sin perjuicio de la obligatoriedad de adoptar otro temperamento cuando lo ameriten el estado de salud de la madre y/o el/la recién nacido/a”.
Quizá, el caso de Luz Milagros sea el ejemplo más mediático y extremo, pero el 60 o 70% de nacimientos por cesárea en instituciones privadas o cientos de relatos que dan cuenta de situaciones tortuosas en el embarazo y parto, pueden evitarse con solo poner en práctica las normativas vigentes.
Donde denunciar
Para la aplicación de estas Leyes, actualmente se habilitaron distintas vías de consultas o denuncias como la línea 144 perteneciente al Consejo nacional de las Mujeres, o línea gratuita, el 0800-222-5262 de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, a la que se puede llamar para realizar denuncias sobre hechos de violencia obstétrica que se hayan vivido tanto en instituciones públicas como privadas. También se puede recurrir al 0221 429-2968, del programa de prevención de la violencia del ministerio de Salud.