Peidro: “La reforma laboral de Brasil es un fraude a los trabajadores”
El secretario General de la CTA-Autónoma, Ricardo Peidro, habló en la 108º Conferencia de la OIT para repudiar, en nombre del sindicalismo argentino, el ataque a los derechos laborales que se están produciendo en Brasil que “afectan los postulados que dieron origen a la OIT y se encuentran plasmados en su Constitución”.
Desde el golpe de Estado, encubierto en la figura del juicio político en 2016 contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff, los gobiernos ultraconservadores de Michel Temer y Jair Bolsonaro han avanzado en la destrucción de los derechos adquiridos por los trabajadores a lo largo de su historia y especialmente durante los mandatos del Partido de los Trabajadores (PT).
Este sábado, en la conferencia que cada año realiza la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra, Suiza, el secretario General de la CTA-Autónoma, Ricardo Peidro, habló sobre las violaciones a los derechos laborales que se suceden desde hace tres años en Brasil, razón por la cual este país está en el banquillo de los acusados en el organismo tripartito más importante del mundo.
El dirigente habló en nombre de las centrales sindicales argentinas (CTA-A, CTA-T y CGT): “La cobertura de la negociación colectiva se está reduciendo significativamente; la regulación de las relaciones laborales tiende cada vez más a la individualización; se exacerba una competencia hacia la baja que afecta los derechos de los trabajadores y, en definitiva, el diálogo social está vacío de contenido ya que no cuenta con uno de los elementos esenciales: su condición voluntaria”, denunció.
Peidro afirmó que “resulta paradigmático que en la Conferencia del Centenario de la OIT estemos debatiendo estas cuestiones. ¿Será este el modelo de regulaciones que nos proponen para los próximos cien años? Nada bueno resultará de ello”.
A continuación el Secretario General de la CTA-Autónoma enumeró los puntos más salientes del ataque a los trabajadores brasileños
● La reforma habilita que los convenios y acuerdos colectivos deroguen derechos mínimos establecidos en la legislación laboral;
● Promueve la descentralización de la negociación, estableciendo que los acuerdos por empresa prevalezcan por sobre los convenios de actividad;
● Habilita una negociación de contratos individuales que prevalecen por sobre los acuerdos colectivos;
● Prohíbe la inclusión de cláusulas de mantenimiento de los efectos de los convenios colectivos en caso de no renovación de los acuerdos luego de vencido su plazo de vigencia;
● Amplía el concepto de trabajadores autónomos o independientes con el objeto de excluirlos de los alcances de este derecho fundamental.
Con vehemencia, sostuvo Peidro: “La aplicación de estas disposiciones desnaturaliza por completo la obligación de promover la negociación colectiva que surge del artículo 4 del Convenio 98 de la OIT”, ya que se trata “de un sistema que elimina toda salvaguarda tendiente a impulsar, por este medio, una mejora en los derechos de los trabajadores. Dado este esquema, es lógico lo que está sucediendo: una caída sustancial de la cantidad de acuerdos y convenios colectivos”.
Mirando al grupo de gobiernos y empresarios el dirigente sindical se preguntó: “¿Si el poder del empresariado se convierte en la única fuente de regulación, para que van a impulsar la negociación colectiva?”
“El argumento –continuó- sigue siendo el costo laboral como un obstáculo a la inversión, y que bajarlos genera empleo, aumenta la inversión y la competitividad. Pero esta manera de presentar el problema nos obliga a aceptar una disyuntiva éticamente inadmisible: el empleo precario no puede ser calificado como trabajo decente”.
Bramó Peidro: “No podemos aceptar plácidamente una jornada de 12 horas sin agraviar la memoria de los Mártires de Chicago. No podríamos mirar a los ojos de nuestros compañeros y convencerlos que el trabajo después de la jornada no es considerado como extraordinario y que no es recargable su paga. No podríamos sentirnos satisfechos y entender como propio legalizar el fraude de trabajadores que facturan como autónomos. Nos sentiríamos avergonzados como dirigentes si aceptáramos el trabajo a destajo sin garantía de un pago mínimo asegurado”.
Además, denunció que esta reforma y este panorama hacen que la negociación colectiva en Brasil pierda peso y sentido “como herramienta de regulación de las condiciones de empleo, tal el mandato emergente del Convenio 98”.
“El ataque de la reforma laboral de Brasil a la negociación colectiva está lejos de circunscribirse a sus fronteras nacionales. Por el contrario, sus disposiciones ponen en tela de juicio un modelo de relaciones de trabajo en cuyo diseño la OIT cumplió un papel central. Revertir esta reforma es clave como parte de un debate sobre el futuro del trabajo que aún está pendiente”, concluyó Ricardo Peidro.