-A dos años y medio del gobierno de Cambiemos, ¿qué cambió para el sindicalismo argentino?
Se profundizó y se agudizó la regresión del ingreso en la Argentina en un sentido desfavorable para los trabajadores y se consolidó un modelo de cara al mercado externo, extractivista, no generador de empleo y destructivo para la industria y la producción nacional, que incluye a pymes y los pequeños y medianos productores de la tierra, quienes tienen centrada su atención en el mercado interno. Todo esto se ha profundizado aún más mediante el acuerdo con el FMI. Además, aplicando una nueva reforma en el Estado de tercera generación que tiene implicancias fuertes. Si bien fueron pocos los espacios que se recuperaron desde 1990 al 2015 respecto a la intervención del Estado en la economía para su regularización, lo poco que se había recuperado y las pocas herramientas de control que tenía el Estado sobre las empresas multinacionales está siendo destruido y además están despidiendo gente por miles. Esto tiene además una implicancia fuertemente política ya que el Estado se estructura avanzando sobre roles de soberanía que corresponden al Estado nacional y que se transfieren a empresas y organismos trasnacionales.
-Concretamente, ¿cómo influye ese cambio en el sindicalismo argentino y en los trabajadores, principalmente estatales?
En primer lugar genera más desocupación y mayor precariedad laboral con lo cual fragmenta aún más estructuralmente la realidad de la clase trabajadora de nuestro país. Fragmenta y debilita. Esto en el plano estructural. En términos de ingresos y de capacidad organizativa, cuando se pierde el trabajo, se obliga a perder también el sindicato tradicional y a inventarse alguna tarea para poder sobrevivir y al mismo tiempo inventarse una nueva organización para poder seguir siendo parte del movimiento de trabajadores organizados.
-¿Por qué hay un ensañamiento con los trabajadores estatales?
Por esta reestructuración del Estado. El modelo de gobierno trasnacional manejado por los organismos multilaterales debido a acuerdos de subordinación con los países centrales y con amplias libertades para las empresas concentradas, requieren un Estado que no regule la economía, que no la controle, que no produzca ni tenga capacidad de producción, que no promueva el mercado interno y la producción nacional, sino que sea simplemente el gendarme de un gobierno global. Esto no sólo genera un achicamiento de algunas áreas del Estado (las áreas productivas, de control, las vinculadas a los servicios que se da a los sectores populares) y el fortalecimiento de otras, como las represivas o las externas para elaborar tratados de libre comercio y que el Estado se ponga a su disposición.
-¿Qué rol debe cumplir el sindicalismo para enfrentar esta situación? ¿La unidad es una herramienta más?
En esta lógica, el gobierno, en términos sindicales, intenta… Hay cómo dos miradas. Una que dice que esta política lo que busca es destruir los sindicatos. En cierto sentido, lo que busca es destruir la organización de los trabajadores. En eso estamos de acuerdo. Ahora también lo que busca es generar un sindicalismo adepto para que le sea funcional a la gobernabilidad. Eso explica que el gobierno priorice su relación con la CGT y haya convenido la firma de un proyecto de Reforma Laboral que, producto de la lucha de los trabajadores, fue un acuerdo que quedó absolutamente imposible de ser aplicado. Nosotros creemos que la nueva estructura de la clase trabajadora, con millones de desocupados, cuentapropistas, cooperativistas, empresas autogestionadas por los trabajadores, esos sectores que están excluidos del modelo de organización tradicional del sindicalismo, y que no están contemplados en la Ley 23551, desde estos sectores es que hay que construir un nuevo modelo sindical que dé lugar a que estos millones de trabajadores puedan organizarse y ser parte de la unidad profunda de la nueva clase trabajadora y de un nuevo modelo sindical en la Argentina.
-Más allá de las críticas que hace a la CGT, ¿en este proceso de unidad que se está conformando le cabe algún rol a la central obrera?
Yo creo que tanto la CGT como la CTA…
-¿A cuál CTA se está refiriendo?
A las dos CTA digo. Me refiero a la dirigencia sindical en general. Creo que ninguna de las centrales hoy somos representativas en su totalidad del movimiento obrero. Es más, me animo a decir que hay millones de trabajadores que están por fuera de las centrales sindicales y que es imposible pensar en un proceso de unidad de la clase trabajadora que no los incluya. Por eso, el tema no es la unidad del sindicalismo, sino la unidad de la clase trabajadora. Respecto de los trabajadores que estamos organizados y los que tenemos responsabilidad dirigencial, la principal tarea es canalizar esta necesidad y abrir nuevos espacios de organización y asumir plenamente que esa unidad inexorablemente se tiene que dar en la lucha contra este modelo que plantea el gobierno de Macri y en la búsqueda de nuevos modelos de organización que integren al conjunto de la clase trabajadora.
-¿Ese nuevo modelo de organización lo llevó a formar la CTA Perón?
La CTA Perón no existe. Existe la CTA Autónoma en una situación de debate político en su conducción. Un secretario general que se autoproclama representante de todo y una mayoría en la Comisión Directiva y de gremios que integramos la Central, a quienes ese secretario general no nos representa. Ese proceso se termina ahora, porque el 30 de septiembre vencen los mandatos y se abre un proceso electoral para el 8 de agosto del cual tenemos el privilegio de participar junto a Claudia Baigorria y Ricardo Peidro en una propuesta de construcción para la nueva etapa de la CTA Autónoma.
-Estos últimos meses ha habido un acercamiento entre las dos CTA, a partir de la participación conjunta en movilizaciones y encuentros entre Yasky y Micheli, ¿por qué ATE Nacional no ha participado de esas acciones conjuntas y no participa del proceso de unidad que se está dando?
Ni Micheli ni Yasky son representantes de lo que consideramos son las prioridades del movimiento de trabajadores en este momento. Porque además no creemos que la unidad de los trabajadores se dé reingresando a la CGT. La estructura misma de la CGT está caduca. Y esto con todo respeto inclusive para muchos dirigentes con quienes tengo un profundo respeto y hasta afecto como en el caso de Schmid y otros compañeros que tienen responsabilidad dentro de la CGT. La estructura organizativa de esta central no contiene al conjunto de la clase trabajadora. Además, se afirma en un criterio de unicato en la representación sindical que no da cuenta de la realidad y necesidades de la clase trabajadora. Nosotros creemos que el proceso de unidad de la clase trabajadora se da por abajo, se da construyendo nuevas organizaciones, nuevas formas de articulación de la lucha. En ese sentido, la CTA Autónoma puede cumplir un rol importante.
-Los actuales son tiempos de urgencias. Su propuesta de construcción de nuevas formas de organización, ¿no retrasaría la formación de un frente común contra el gobierno macrista?
No. La última Marcha Federal fue demostrativa de que cuando existen iniciativas de lucha correctas la unidad se da en la calle con todos los actores, no solamente con los dirigentes sindicales. ¿Quién hubiera pensado que la convocatoria a un paro nacional surgiera de una plaza repleta de participación popular que se generó de una iniciativa de lucha de trabajadores que no forman parte del modelo sindical tradicional, como son la CTEP, la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, el Frente de Organizaciones en Lucha, el Frente Darío Santillán, y la CTA que participó de esa convocatoria? En Plaza de Mayo, todos los que estábamos en el palco nos comprometimos a hacer un paro nacional. Y salió. O sea, lo que retrasa la lucha son aquellos que ponen el carro delante del caballo. En los procesos históricos no se puede poner en primer lugar la negociación con el gobierno cuando el gobierno nos está pasando por encima.
-Muchos hablan de persecución política a opositores, sobre todo del gobierno anterior, y sindicalistas, caso Moyano o Santa María. ¿Considera que en la Argentina hay actualmente presos políticos?
Considero que hay sindicalistas que están muy bien presos, caso Zanola, Pedraza… Como creo también que hay funcionarios del gobierno anterior que están muy bien procesados por actos de corrupción. El tema de la prisión es una cuestión jurídica que es otra cosa. Creo, sin embargo, que hay actos de persecución política, como en el caso de Milagro Sala.
-¿Para usted, Milagro Sala es una presa política?
Para mí sí. No tengo ninguna duda. Lo que yo no hago es poner todo en la misma bolsa.
-¿Cómo explica entonces que el año pasado, en Jujuy, Ernesto Suárez, dirigente de ATE, haya ido como candidato en alianza con el frente macrista Cambia Jujuy apoyado por ATE Nacional?
En ningún momento esa candidatura recibió el apoyo de ATE Nacional.
-¿Tampoco de Unidad Popular?
En absoluto.
-Entonces, ¿Suárez no fue como candidato de Unidad Popular en alianza con el frente Cambia Jujuy?
El forma parte de un partido… Ahí se confundieron mucho las cosas. Ernesto Suárez es vocal por el Consejo Directivo Nacional de ATE. Para ingresar como dirigente de ATE no le preguntamos procedencia partidaria a nadie. Mucho menos para los afiliados y mucho menos para los delegados. Eso por un lado. Ernesto Suárez fue en algún momento afiliado y dirigente de Unidad Popular. Después dejó el partido y se afilió a otro que surgió en San Juan… Estoy tratando de recordar su nombre… Reafirmación… no sé cuanto… El fundador de este partido, Avelín, fue gobernador en la época de Menem y lo enfrentó. Por esa razón Menem intervino la provincia. Bueno, lo concreto es que el actual vicegobernador de Jujuy (N.de R.: Carlos Haquim, del Frente Renovador que lidera Sergio Massa) forma parte de Cambiemos. De esa alianza es parte Ernesto Suárez que no tiene nada que ver con Unidad Popular y no tiene nada que ver con decisiones de nuestro gremio. Es más, en reuniones del Consejo Directivo Nacional le solicitamos formalmente que deslindara cualquier responsabilidad del gremio acerca de esa alianza…
-Pero de hecho se dio esa situación en la que un dirigente de ATE se alía con Cambiemos…
Sí. Exacto. Y que dio lugar a mucha confusión y también a muchas utilizaciones. Sectores de la oposición en nuestro sindicato utilizaron esta situación para querer involucrar a la conducción del gremio.
-¿Cuál es la situación actual de Ernesto Suárez?
Sigue siendo un militante más del sindicato y sigue siendo vocal del Consejo Directivo. Aunque su situación, en términos políticos, es complicada. Es difícil e incómodo para él ya que nuestro gremio es uno de los que se puso al frente en la confrontación con el gobierno nacional y con el provincial que encabeza el gobernador Morales. De hecho, Suárez irá a las elecciones de la CTA el 8 de agosto en Jujuy con otra lista, y no la que conformamos desde ATE Nacional.
-¿En Corrientes hubo un intento similar al de Jujuy con respecto a realizar una alianza entre Cambiemos y Unidad Popular?
Hubo una situación similar que encarnó el apoderado de Unidad Popular en Corrientes. Pero el partido fue intervenido finalmente.
– ¿Qué relación tiene ATE Nacional con las seccionales del gremio?
No me gusta decir que buena o mala, o negro y blanco. Tendríamos que hacer un poco de historia. Las elecciones en ATE de 2015 fueron particulares. Hubo ese año una especie de estallido de la agrupación que en su momento fundó la CTA conformada con Víctor De Gennaro, Germán Abdala y Héctor Quagliaro, y formada en época de la dictadura: la agrupación ANUSATE (N.de R.: Agrupación Nacional Unidad y Solidaridad en ATE). Las tres listas (verde, verde y blanca y naranja) estaban encabezadas por compañeros provenientes de ANUSATE: Quien le habla, otro fue «Nando» Acosta con apoyo de Micheli y el kirchnerismo, y una tercera lista, del trotskismo y encabezada por Raquel Blas. En suma, tres posiciones políticas distintas. Ganó la lista verde tradicional, que integramos nosotros, mientras que la verde y blanca (kirchnerismo) ganó ocho provincias y la lista naranja, una. Desde entonces hubo una relación muy tirante con la lista verde y blanca, una de cuyas características es la de conducir ATE Capital, que no sólo es una vidriera a nivel nacional sino que también concentra la mayor cantidad de afiliados del Estado nacional. Sin embargo fuimos recuperando la conducción en algunas seccionales, como Salta y Tierra del Fuego, y más recientemente Tucumán, Mendoza y Jujuy, que la encabeza Brizuela. En definitiva, considero que estamos bien en el sentido en que ATE está al frente de todas las peleas de las provincias, las propias y las de la oposición.
Fuente: www.enfoquesindical.org