“Merecemos una obra social, una ART, y todo lo que significa un amparo laboral para estar a la altura de quienes trabajan en una fábrica”, agregó, para ayudar a quienes aún desconocen sus derechos.
Afortunadamente, un grupo de mujeres se reunió y empezó a luchar por sus derechos: “Nosotras nos juntamos hace un tiempo y formamos un gremio, (Sindicato Argentino de Trabajadores y Trabajadoras a Domicilio Textiles y Afines -CTA-A), que nuclea a todas las costureras domiciliarias que trabajan para terceros. Incluye a costureras, tejedores, cortadores, bordadores, estampadores, ya todos los que les hacen los trabajos a las grandes empresas para que después puedan poner su ropa en la vidriera”, describió.
Su lucha no sólo es por las condiciones, sino también por los precios: “Queremos decir basta a la trata laboral y al maltrato. En la actualidad, hay más de 4000 personas y más de 100 fábricas que nos negrean. Hoy se trabaja por un 1% o por un 2% de la prenda. Por ejemplo, una prenda que en Genoa está $3 mil, a mi me la pagan $67 para confeccionarla”, contó Mónica.