“La Teoría Marxista Hoy”, para leer y repensar los clásicos ahora (Parte 1).
Atilio Borón, coordinó el libro que analiza las críticas y los debates del materialismo dialéctico en la actualidad, en el que escriben algunos de los más destacados pensadores marxistas. En momentos en que la región latinoamericana batalla hacia una salida por izquierda o una restauración conservadora, re-actualizamos el debate charlando con el autor.
Aclaremos
El libro parte de la necesidad de reconocer que en el análisis marxista lo económico no determina a lo político, sino que lo condiciona. Y si bien esta perspectiva, fue muchas veces aclarada por el propio Marx, también fue tergiversada por las malas interpretaciones y dañinas traducciones del alemán, de algunos autores.
Borón. – A mí me parece fundamental aclarar eso, que no es casual, porque cuando a Marx se lo acusa de determinista, en verdad se está usando una expresión que él nunca utilizó. Él no usó la palabra bestimmen que es el verbo que significa determinar sino que usó bedingen, que significa condicionar, y son dos cosas diferentes. Determinar implica que vos con precisión muy clara afirmas que esto causa aquello otro, pero cuando vos decís condicionar es que que hay un montón de factores que condicionan el margen de libertad y movimiento que tiene una variable independiente. Por ejemplo, la vida económica “condiciona” la política y la cultura. ¿Qué quiere decir? Que esto se puede mover dentro de un cierto rango; pero cuando vos decís determinar, afirmás qué es exactamente lo que va a pasar. Marx nunca dijo esto, ni Lenin, Ni Engels, porque reconocían eso que en la segunda mitad del siglo XX, Nico Poutlanzas, llamó autonomías relativas de las superestructuras, de la política y la cultura. Esto quiere decir que en una sociedad capitalista, vos no ponés decir que el sistema político va a ser exactamente de una forma dependiendo del sistema económico, porque por ejemplo el bipartidismo norteamericano es muy distinto al de otros países capitalistas.
Marx no dice que lo económico determina el sistema político, pero sí que lo condiciona. Y esa distinción que parece tan fina, es muy importante, porque no es casual que los enemigos del marxismo hayan insistido tanto en el determinismo y no hayan tomado la precaución elemental de estudiar el texto en alemán, para ver qué decía realmente. Yo entiendo poco de alemán, y estudié en una época, lo que me permitió indagar en el uso correcto de las traducciones correctas.
– ¿Esa investigación sobre el correcto significado de la palabra bedingen, (condicionar), la hiciste vos?
Sí, para entender mejor los textos de Marx, empecé a estudiar alemán. Y cuando leí ese pasaje, se me hizo muy claro que hubo una tergiversación interesada, en convertir al marxismo en un determinismo histórico que él siempre rechazó.
– ¿Los autores del idioma español fueron los que más cayeron en ese error? ¿Populistas como Laclau, e incluso no populistas como Aricó y Portantiero?
-Yo tengo grandes discrepancias con ellos aunque siempre digo que tienen mucho talento, pero creo que ellos fueron tributarios de ese error.
– Portantiero, Laclau y algunos autores, además de no tomar en cuenta el rechazo explícito que Marx hace al determinismo en muchos de sus textos; también parecen ocultar aspectos básicos del marxismo, como la dictadura del proletariado y la violencia liberadora, para afirmar que con la radicalización de la democracia se puede llegar al socialismo.
– Creo que falsean eso, y parten de un error muy fuerte. Yo he discutido mucho con algunos autores en el libro mío que se llama “Tras el Búho de Minerva”, que está agotado. Ahí planteo que la idea de que se puede radicalizar la democracia en el capitalismo no se sostiene a partir del análisis de las limitaciones concretas que el capitalismo impone. En términos muy sencillos: el capitalismo es una estructura económica-social que se basa en una radical desigualdad que le es inherente, que opone a propietarios de medios de producción a no-propietarios de medios de producción. En la medida en que esa desigualdad es inerradicable en el capitalismo, es muy difícil, por no decir absolutamente imposible, armar un régimen absolutamente democrático.
Con igualdad absoluta quiero decir equidad de ciertas condiciones de base, más allá de las desigualdades sociales. Una igualdad que haga que un sector mayoritario no tenga que vender su fuerza de trabajo para vivir. De lo contrario, es imposible hablar de democracia, estás hablando de un modelo de democracia sumamente imperfecto, que es la llamada democracia burguesa o capitalismo democrático, regímenes que organizan el proceso político promoviendo la competencia limitada de cierta élite política, pero que de ninguna manera se convierten en lo que la democracia es: el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
¿En ese sentido, qué decís de Bolivia, Ecuador y Venezuela donde no se ejerció la violencia liberadora, ni la dictadura del proletariado, y lograron mejorar sus democracias en un camino hacia el socialismo?
B- Los países bolivarianos pudieron transformar sus regímenes en democracias mejores que la nuestra. Todavía no tuvieron que acceder a la violencia para hacerlo, pero la reacción ante esos avances sí fue violenta. Fíjate lo que viene pasando en Venezuela.
En estos países idearon formas de participación muchos más democráticos que en los que conocemos en cualquier otro país capitalista. Todavía no tuvieron que recurrir a la violencia liberadora. Aunque sí se están tensando las cuerdas de la política y no descartaría que hubiera un episodio de violencia muy fuerte para reafirmar el curso de la revolución. Porque la contrarrevolución está actuando de una manera violenta y probablemente no le deje más alternativa que responder con la misma moneda.
Por Darío Giavedoni.
CTA Buenos Aires.