La Precarización (llamada Reforma) Laboral
Por Laura García Vázquez
La mal llamada “reforma laboral” avanza como un enemigo silencioso sobre el conjunto de las trabajadoras y los trabajadores, y en definitiva, sobre todo el pueblo argentino. Silencioso por varios motivos: por su nombre que distorsiona las verdaderas intenciones de la misma, por el silencio sobre las consecuencias de su posible implementación que únicamente implican resolver demandas empresariales o patronales y, finalmente, por la falta de iniciativas contundentes, concretas y colectivas que nos permitan enfrentarla e impedir su avance. Varias razones, que no pueden simplificarse, se complotan en esta última cuestión, que sin dudas es prioritaria.
No es intención de este escrito analizar profundamente las implicancias de esta embestida del gobierno sino simplemente alertar sobre la atención que debemos poner las mujeres y los hombres que vivimos de nuestro trabajo y la posible acción a seguir, mediante la participación y la solidaridad como único camino posible.
Un poco de historia, Norberto Centeno
Norberto Centeno fue autor de la Ley de Contrato de Trabajo, la misma que la dictadura cívico-militar reformó cuantitativa y cualitativamente en contra de los derechos de los trabajadores. La misma que se ve ahora amenazada por la reforma de Cambiemos. Centeno fue el primer abogado laboralista secuestrado, desaparecido y asesinado en el operativo conocido como “La noche de las corbatas” el 6 de julio de 1977 en la ciudad de Mar del Plata.
La dimensión del ataque de la dictadura hacia los derechos de los trabajadores queda, de esta manera, clarísima contemplando todo su accionar. En dicho operativo desaparecieron otros abogados por lo que los sindicatos, y por lo tanto los trabajadores y las trabajadoras quedaron altamente desprotegidos.
En la introducción de la Ley de Contrato de Trabajo, Centeno afirmó: la máxima aspiración de los hombres y los pueblos es la justicia social, que se erige como “garantía última de la paz, que no existe cuando los hombres explotan a los hombres, y unos pueblos explotan a otros pueblos”.
Ahora, cuarenta años después, el gobierno de Cambiemos pretende imponer una reforma de similar magnitud, de un alcance tan grande y profundo como el que acabamos de describir. También, al igual que la dictadura, quitando derechos laborales y respondiendo a demandas patronales.
La concepción liberal sobre el trabajo (y sobre las trabajadoras y los trabajadores)
¿Desde qué concepción está pensada la “reforma laboral”? Detengámonos en el eje articulador del proyecto que está plasmado en el inciso “b” de su primer artículo:
“Constituyen objetivos de la presente ley: (…) Promover la liberación de las fuerzas de la producción y del trabajo de todos aquellos mecanismos regulatorios y fenómenos distorsivos que impidan el desarrollo de las empresas como comunidades productivas, innovadoras, eficientes y competitivas”
Esta definición de la empresa no constituye solamente un discurso, implica un orden de prioridades con respecto a la fuerza laboral contrario a los derechos de las personas, de todas las personas, contrario a la demanda de techo tierra y trabajo como condiciones mínimas que constituyen la dignidad del pueblo.
También esta reforma viene acompañada de elementos distorsionadores que engañan sobre el contenido y los verdaderos objetivos, desde la misma palabra reforma que implica algo positivo, desde cuestiones que se presentan como “voluntarias” de parte de los asalariados cuando constituyen beneficios para el sector empresario, hasta el argumento difundido por los (cada vez más) medios afines al gobierno que sostienen que los derechos de los trabajadores “impiden” el desarrollo de la Argentina, disimulando u ocultando que la voracidad de las empresas transnacionales demandan más y más concesiones de nuestra parte.
Las condiciones de trabajo son cada vez más desiguales y si no nos oponemos firmemente a este avance, la situación empeorará mediante: el fomento de la tercerización, la reducción de las indemnizaciones por despido, la habilitación para que los trabajadores renuncien “voluntariamente” a sus derechos, la Legalización del fraude laboral a través de la contratación de monotributistas, más riesgos de despido ya que esto será más fácil para los empresarios, la reducción de aportes patronales, la no obligación del pago de horas extras mediante los “bancos de horas”, la extensión de las pasantías laborales, por nombrar algunas de las modificaciones “propuestas”.
Resistencia institucional o en la calle
A todo esto, debemos agregarle la gran campaña en contra de los sindicatos (y los sindicalistas) y vamos a ser claros en este punto: muchas de las organizaciones sindicales y muchos de los dirigentes se encuentran bajo fuertes cuestionamientos, en muchos casos merecidos, en una sociedad en la que, por otro lado, malinterpretando la democracia exige mucho (o al que no corresponde) y se compromete poco. El funcionamiento de los sindicatos para lo que fueron creados depende de todos nosotros. La burocracia y también la corrupción son males que hay que combatir diariamente.
Pero este es un asunto nuestro, nada tienen que hacer en la resolución de estos problemas el gobierno y mucho menos un gobierno como el que tenemos en el que gobiernan directamente las empresas a través de sus CEOs.
Este es un aspecto central ya que la reforma también viene con la amenaza a las organizaciones sindicales, esto implica la posible cancelación de personerías e inscripciones Gremiales.
Complicado será nuestro futuro si dejamos que instituciones como el congreso “frenen” esta iniciativa del gobierno. Empeorarán nuestras condiciones de vida si no defendemos (en principio) a nuestros sindicatos. Esto no impide mejorar su funcionamiento.
Hasta este momento no hay una convocatoria concreta con alguna medida concreta para manifestarnos en contra de esta reforma laboral, aunque hay anuncios alentadores de disconformidad.
La primera parte de esta Reforma Laboral nos afecta a las trabajadoras y los trabajadores en su conjunto (una segunda parte irá sector por sector) por este motivo es imprescindible el protagonismo del movimiento obrero en su totalidad, sus dirigentes y sus centrales, imprescindible ganar las calles más allá de cualquier diferencia secundaria, priorizando la unidad de acción.
Y esta manifestación en contra de la precariedad impuesta para nuestras vidas, para todas las vidas, es responsabilidad (en diferentes medidas) de todas las trabajadoras y de todos los trabajadores.
Sólo resta unidad y más unidad solidaria en la defensa de nuestros derechos. Laura García Vázquez, Bahía Blanca, 12 de noviembre de 2017.
Agradezco a José Rigane y Luis Campos por los conceptos vertidos sobre el tema que me fueron de gran utilidad para este escrito.