Desde aquel histórico grito de Burzaco, que en pleno neoliberalismo vio nacer a la Central de Trabajadores de la Argentina, la iniciativa no paró de crecer y recorrió el país con la Marcha Federal, la Marcha Grande y que junto a otras organizaciones confluyeron en el Frente Nacional contra la Pobreza y luego en la Constituyente Social. Y no sólo denuncia sino que propone, imagina que es posible otro modelo de país, un país en el que quepamos todos y todas, en el que haya una justa distribución de la riqueza, en donde no haya un solo niño que se muera de hambre ni un solo jubilado que no llegue a fin de mes.
La legitimidad que supimos construir es la que consiguió que luego de 20 años de lucha inclaudicable, el Gobierno nacional y el Ministerio de Trabajo reconociera que nuestra Central existe: está en la Carpa por el Trabajo Digno, en cada consulta popular, en cada huelga, y en la marcha del 20 de noviembre, en esta CTA que el Gobierno debe reconocer por más que le pese. Oíd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad.
Fuente: agenciaacta.org
La legitimidad que supimos construir la conseguimos en cada fábrica, en cada hospital, en cada escuela, en cada barrio, en la calle. Se ve en cada joven que no se resigna, en cada mujer que se rebela ante los mandatos del patriarcado, en cada trabajador que se organiza con otros por sus derechos, en cada organización territorial, que construye poder popular y viviendas dignas en donde se teje la esperanza.