Desde junio del año pasado se ha generado una destrucción sistemática de puestos de trabajo que asciende a 482.000 empleos menos de los cuales el 83% (404.000) se perdieron en lo que va del 2014.
Asimismo, en el primer semestre de este año se observa una reducción del empleo asalariado formal y se han duplicado prácticamente la cantidad de suspendidos. Esta situación acompañada del retraso salarial y de las jubilaciones frente a una inflación del 40% anual, debiera llamar a la reflexión a los funcionarios obligándoles a pensar antes de hablar.
La sola lectura de las propias estadísticas producidas por los distintos organismos públicos (INDEC-Ministerio de Trabajo) permitiría evitar pavadas tales como asociar medidas de fuerza como el paro y la movilización con el vínculo de los sindicatos con los fondos buitres o culpar a los trabajadores y sus reclamos con los problemas de las empresas. La pérdida del empleo y el deterioro en los ingresos explican el malestar de los trabajadores y el acatamiento masivo que tendrá el paro nacional.
El año 2014 todavía no finalizó y sin embargo, resulta hasta el momento ser un período en el que se vienen acumulando una importante cantidad de sucesos poco afortunados. Ya en el primer mes del año el Poder Ejecutivo arrancó con una fuerte devaluación del tipo de cambio que derivó en una aceleración en el crecimiento de los precios dejando tempranamente inocuos los efectos del programa Precios Cuidados.
La tasa de interés también escaló incorporando una rémora adicional para la actividad económica que ingresa en una etapa recesiva que venía teniendo lugar principalmente como consecuencia de los considerables y crecientes niveles de inflación junto al tope ejercido sobre el nivel de importaciones, en una matriz industrial dependiente de insumos, maquinaria y tecnología importada, que buscaba darle un alivio a la caída sostenida de las reservas del BCRA.
Lejos de ello, la presión sobre el nivel de reservas se agravó por la desaceleración de las exportaciones en el marco de una economía doméstica que encontró límites en el proceso de inversión del sector privado y una economía internacional desfavorable junto con las mayores necesidades de financiamiento del Sector Público para cumplir con los compromisos crediticios externos.
Por otro lado, en el intento de aliviar el rojo de las cuentas públicas se estableció un recorte en los subsidios de los principales servicios públicos con el consiguiente ajuste tarifario de gas, agua y transporte que acicateó aún más la escalada de precios que ya ronda el 40% anual. En este marco, las paritarias salariales “libres”, según el relato oficial, en la práctica encontraron un sólido techo que propició en realidad la “libre caída” del poder adquisitivo cerrando mayormente al conjunto de las negociaciones por debajo del 30%.
Los aumentos de las principales prestaciones sociales (asignaciones familiares, jubilaciones y pensiones, etc) también resultaron insuficientes y procedieron a agravar el deterioro plasmado en bolsillo de los sectores populares, haciendo descender a su vez, el consumo interno.
A la luz de estas razones, brevemente mencionadas, los resultados que presentamos en el presente informe no causan sorpresa aunque sí preocupación. Según fuentes oficiales como la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, el SIPA y la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) al II trimestre 2014 resulta que:
*9 La tasa de actividad del 44,8% es la tasa de actividad más baja que se observa desde el año 2003 inclusive y la tasa de empleo del 41,4% a su vez es la más baja desde el año 2006.
* Durante los primeros seis meses del año operó una caída del 3% de la tasa de empleo llevando a una destrucción de 404 mil puestos de trabajo de los cuales una parte significativa, 176 mil personas, pasaron a ser desocupados, aumentando la tasa de desempleo del 6,4% al 7,5%, es decir un aumento del 17,2%.
* En los últimos cuatro trimestres, es decir desde Junio del año pasado, se ha generado una destrucción sistemática de puestos de trabajo, que acumulan los 482 mil empleos menos siendo que el 83% de esa destrucción de puestos de trabajo se generó en lo que va del 2014, período en el cual la cantidad de desocupados se incrementó sostenidamente sumando poco más de 176 mil personas a la fila de desocupados.
* La caída de la tasa de empleo general durante la primera mitad del año 2014 involucra también una retracción en el nivel de la categoría formal del empleo asalariado. Según la EIL el empleo formal– que cayó un 0,3% – se explica principalmente por la caída en el comercio (-1,9%), la rama de electricidad, gas y agua (-1,6%) y la industria (-1,4%).
Sin embargo, según la fuente del SIPA hasta el I trimestre 2014, se verifica que el nivel de empleo formal refleja un estancamiento con respecto al I trimestre del año 2013 como consecuencia del accionar contracíclico del ámbito público, con la generación de más de 41 mil empleos, frente al desmoronamiento del nivel de empleo del sector privado que acumuló una destrucción de poco más de 20 mil puestos de trabajo. Mientras el accionar contracíclico del sector público durante el año 2012 estuvo centrado en el ámbito provincial, durante este período, el debilitamiento del mismo se vio reflejado en una mayor participación del Gobierno Nacional.
Según la EIL la proporción de suspensiones cada 1000 trabajadores ha crecido considerablemente durante el primer semestre del año pasando del 3,6 en Diciembre de 2013 al 6,6 en Junio de 2014, ubicándose así en su nivel más alto desde la crisis de 2009. Si bien la encuesta no refleja un incremento en la cantidad de despidos incausados en el 2014 con respecto al 2013, se observa que las bajas registradas por las empresas en el último año se ha incrementado el peso de los despidos sin causa en detrimento de otras modalidades.
En este marco la actividad económica por lo tanto, si bien mostró una leve recuperación (2,9%) durante el año 2013, los datos publicados para 2014 ya dan cuenta de una fase claramente contractiva (-0,2%) centrada el sector agropecuario (-7,3%), el comercio (-3,1%), la construcción (-2,1%) y la industria (-0,8%).
Pese a la muy buena, regular o muy mala coyuntura internacional de fondo de los resultados de los principales indicadores que describen la situación actual de la economía argentina se hayan las razones estructurales: los límites del proceso de inversión. La inversión representó en promedio sólo el 18,3% del PBI, teniendo su pico máximo en el año 2007 (20,1%) para luego mostrar una tendencia hacia la baja hasta llegar al año 2013 a representar apenas el 17%.
La composición de la misma profundiza los límites siendo que alrededor del 60% de la misma ha sido destinada a la construcción, dentro de la cual tiene una incidencia significativa el peso de la construcción residencial. Por su parte, la inversión destinada al equipo durable de producción apenas ha representado en promedio un 7% del PBI, encontrándose en el 2013 en un nivel incluso inferior, en torno al 6,7%. Asimismo, casi el 50% de la inversión en equipos durables proviene de componentes importados.
En consecuencia resulta, por lo menos, incomprensibles las declaraciones de los funcionarios oficialistas que se han expresado al respecto, como el Secretario de Seguridad Sergio Berni, que acusó inescrupulosamente a los trabajadores y a los reclamos sindicales de disminuir la productividad de las empresas (por ejemplo en el caso de la autopartista Lear), o del gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, que frente a los conflictos en Lear y Donnelley instó a los trabajadores que perdieron sus empleos a la “reflexión” y la “racionalidad”, al advertir que «con sus métodos terminan generando un perjuicio aún mayor que la causa por la que reclaman».
Si bien es absurdo tener que explicar lo obvio, hay que decir que las dificultades evidenciadas en la generación de empleo y en la recomposición salarial, lejos de ser la consecuencia de los conflictos gremiales, son la causa de los mismos y son, a su vez, la cristalización de los límites evidenciados por el modelo productivo vigente y agravados por el ajuste ortodoxo implementado por el gobierno.
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