«En momentos en que crecen las presiones para que el Congreso trate una reforma migratoria paralizada por los republicanos, se suma este drama en la frontera, donde el número de chicos que viajan solos se triplicó en los últimos años. Según datos oficiales, unos 90 niños no acompañados cruzan la frontera por día y ya suman unos 52.000 los detenidos en los últimos meses tras ingresar al país, cifra que podría llegar a 100.000 a fin de año”, dicen las informaciones que llegan del imperio, donde su presidente, Premio Nobel de la Paz apenas asumió, ya pidió 3.700 millones de dólares extras para neutralizar a estos chicos hondureños, salvadoreños y gautelmatecos, entre otros. Países que durante décadas han sufrido el saqueo de las empresas norteamericanas con el aval de dirigencias políticas vernáculas también serviciales a los intereses estadounidenses.
Fenomenal postal de la guerra contra los chicos.
Pero la ferocidad del imperio contra niños y adolescentes no es nueva.
Cada tanto aparecen las noticias que hablan de las matanzas que producen supuestos tiradores seriales solitarios como si no fueran producto de una sociedad que ha glorificado el poder de las armas y el dinero.
De acuerdo a estadísticas oficiales, “en las últimas dos décadas se han contabilizado más de 62 tragedias similares, con un balance de más de 80 víctimas mortales distribuidas a lo largo de 30 Estados. 25 de estos tiroteos masivos se han producido a partir de 2006, sólo el año pasado tuvieron lugar siete”, apuntan esos números oficiales sobre aquellos hechos que siguen llamando “tragedias” cuando en realidad son consecuencias de causas humanas muy reales y no vinculadas a dioses lejanos como remite el término griego.
Pero desde el fondo mismo de la historia del imperio, la sangre y el dinero se convirtieron en el corazón del sistema que arrasó con los pueblos originarios.
“Ward Churchill, profesor de estudios étnicos de la Universidad de Colorado, señaló a través de publicaciones que la reducción de la población indígena mermó desde alrededor de 12 millones en el año 1500 a unos 237.000 en 1900 lo que representa un “vasto genocidio, el más sostenido de la historia”.
Y de acuerdo con David E. Stannard, historiador de la Universidad de Hawai, “para finales del siglo XIX los nativos americanos habían sufrido “el peor holocausto humano que el mundo haya presenciado, una campaña que duró cuatro siglos y que consumió las vidas de decenas de millones de personas”.
Por su parte el historiador Richard Drinnon publicó en 1972 un libro titulado “The American Indian: The First Victim” en el que insta a los lectores a recordar que la fundación de la civilización estadounidense se vio manchada por el robo, el asesinato y el genocidio.
En tanto, el gobierno estadounidense reconoce a 565 tribus de nativos americanos. Actualmente existen 2.5 millones de nativos, de los cuales alrededor de un millón viven en reservas, que en total abarcan una extensión de 22.5 millones de hectáreas, 2.3% del territorio total de Estados Unidos. Es decir, los nativos americanos fueron privados de 97.7% de sus tierras, agregan los datos oficiales.
El presente del país más poderoso de la Tierra es hijo directo de estas masacres lejanas y cercanas, de allí que no sorprenda, entonces, la idea de detener y deportar chicas y chicos como si se trataran de demonios.
¿Qué Corte Suprema?. ¿Qué organismo multilateral exigirá a los Estados Unidos y al presidente Barak Obama que detenga esta permanente guerra contra los chicos?.
Por Carlos del Frade, Agenciaacta.org