lunes 20 de octubre de 2025 - Edición Nº382

Opinión | 20 oct 2025

Dependencia

A una semana de las elecciones, Milei sólo puede mostrar su subordinación a Trump

13:56 |De su viaje a Estados Unidos el Gobierno se trajo la negativa del salvataje en caso de perder las legislativas, un autógrafo y un marcador negro del presidente norteamericano. A ocho días, todos los indicadores empeoran y el lunes 27 genera pavor.


Por: Federico Chechele

Lo ocurrido esta semana, desde que la delegación argentina pisó suelo estadounidense hasta su regreso, quedará marcado como uno de los episodios más humillantes de la historia diplomática nacional. Desde la sumisión por un nuevo préstamo que solo traerá más endeudamiento para millones de argentinos hasta la alarmante falta de autoestima de la comitiva presidencial, todo el viaje a Estados Unidos retrató a un gobierno desesperado por apoyo externo y carente de iniciativa propia.

Empecemos por lo simbólico. La tan anunciada bilateral en la Oficina Oval nunca ocurrió. Fue reemplazada por una visita guiada, casi turística, que intentó disimular el traspié. La esperada reunión a solas entre Donald Trump y Javier Milei, que generaba grandes expectativas en el entorno presidencial, terminó en un almuerzo de segundo orden. Durante ese encuentro, Milei entregó un obsequio pero no fue traducido, por lo que se evidenció que a nadie le importaba lo que decía. Como corolario de esta postal, Trump le firmó un regalo con un fibrón que el presidente argentino tomó como un “presente especial”, una anécdota menor que él mismo compartió en una entrevista. Tener que resaltar estos sucesos triviales subraya la banalidad de quienes gobiernan el país.

Pero lo más relevante fue el rescate financiero. El autodenominado “mejor gobierno de la historia” llegó a Washington para sellar una nueva ayuda económica. Primero se habló de 20.000 millones de dólares, luego de 40.000. El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent,  anunció una línea de financiamiento adicional, con aportes de fondos privados y soberanos. Posteriormente, con la venia de Trump duplicó la cifra inicial. No se trató de un acuerdo bilateral, ni entre presidentes. De hecho, hasta el momento nadie ha explicado con claridad los términos del supuesto acuerdo. Solo se vio a Milei y su equipo económico -el mismo que hace apenas unos meses festejaba en un streaming que el dólar “flotaba”- negociando ahora con EE.UU. el control de la política cambiaria argentina para poder llegar vivos a las elecciones de la semana que viene.

Todo parecía encaminado hasta que Trump condicionó públicamente su apoyo a una eventual victoria de Milei: “Si pierde, no seremos generosos con Argentina. No vamos a perder el tiempo”, declaró. La frase generó turbulencias inmediatas: cayeron bonos, subieron el dólar y el riesgo país. Desde el gobierno intentaron aclarar que Trump se refería a las elecciones presidenciales de 2027, pero nadie lo creyó. El daño estaba hecho.

La preocupación interna llegó al punto de que el Gobierno no desmintió una reunión encabezada por Santiago Caputo con referentes de otras fuerzas políticas  -como Cristian Ritondo, Rodrigo De Loredo y Miguel Ángel Pichetto- junto al enviado de la Casa Blanca, Barry Bennett, para “garantizar la gobernabilidad”. En otras palabras, un intento de ordenar la política local con diálogo y consensos, algo a lo que los hermanos Milei siempre se habían mostrado reticentes.

Estados Unidos no disimula su rol, pone hombres para dirigir la economía argentina y otros para manejar los hilos de la política diaria. Ya no se trata de blindar al presidente, se trata de garantizar los intereses de las empresas norteamericanas en las provincias argentinas. Como dijo esta semana el analista internacional Néstor Restivo en Canal Abierto:

“Nunca hubo un caso como el de Milei, de un alineamiento tan fatal con Estados Unidos. Ni con Menem, ni con la dictadura, ni con Macri”.

Además de la subordinación a Trump, en paralelo, el gobierno argentino prometió a los empresarios de IDEA reunidos en Mar del Plata, a escasos días de las elecciones, una reforma laboral y otra tributaria. Desde Washington, Caputo envió un video asegurándoles que en un futuro cercano podrán despedir trabajadores sin causa y sin indemnización. “Necesitamos un régimen laboral más dinámico y que termine con la industria del juicio que solo favorece a un puñadito en contra de todos los argentinos”, argumentó a la distancia el titular del Palacio de Hacienda sin ponerse colorado. También prometió una reducción y eliminación de impuestos, otro guiño al poder económico concentrado.

Estas promesas fueron luego ratificadas por el propio Milei en entrevistas brindadas al regresar al país. Se lo vio ansioso por transmitir seguridad, pero logró el efecto contrario. Consultado sobre cómo sortear la crisis económica que atraviesan la mayoría de los argentinos, respondió en dos ocasiones: “Dígame usted cómo lo hago”. Para colmo, ayer el Fondo Monetario Internacional pidió “esfuerzos adicionales” para acelerar una reforma laboral, la impositiva y acumular reservas para volver al mercado de capitales. La apretada dejó pasmados a los funcionarios de Economía.

La realidad es innegable. Argentina atraviesa una incesante ola de despidos, más de 15 mil pymes bajaron sus persianas, el país atraviesa el peor índice de consumo en décadas y la gente se endeuda porque no llega a fin de mes, un círculo vicioso sin solución, como el huevo y la allina, pero planificado.

Esta semana se conoció un informe que muestra que cuatro de cada cinco habitantes del AMBA están sumidos en el pesimismo y responsabilizan directamente a Milei por la situación. El 47% teme “mucho” perder su empleo, y otro 34% se muestra “bastante preocupado”. En total, el 81% siente inestabilidad laboral.

El Índice de Percepción del Ánimo Social (IPAS), elaborado por la consultora Indaga-RSO, revela que el 60% de los ciudadanos se muestra pesimista sobre el futuro del país, y un 90% culpa a Javier Milei por la catástrofe económica. La única variable que no empeoró fue el endeudamiento, que sigue en niveles alarmantes: el 87% de las familias afirma haber tenido que endeudarse para pagar alimentos y servicios básicos.

A una semana de las elecciones legislativas el Gobierno no muestra signos de recuperación. La cobertura se la otorga Estados Unidos pero sabe que los que votan viven en Argentina. La disputa estará centrada en cómo se medirá el triunfo. La Libertad Avanza es la única fuerza que tiene representación en los 24 distritos por lo que cuenta con ventaja a la hora de contar los votos. El peronismo tiene en Fuerza Patria a la oposición más fuerte, sobre todo ante la reciente paliza en la provincia de Buenos Aires, pero tendrá presencia en sólo 14 provincias. En las otras diez, el peronismo se presentará con nombres de partidos provinciales, que en la mayoría responden a la misma lógica y corresponde sumarlo. El ejemplo más claro es el Frente de la Victoria en Formosa que conduce Gildo Insfrán.

Estas diferencias electorales, lejos de ser anecdóticas, tendrán consecuencias concretas: si el Gobierno gana o pierde no será lo mismo. Estados Unidos ya dejó en claro que su ayuda depende del resultado de las elecciones. Por eso, más que el inicio de la segunda parte del mandato, lo que podría comenzar al día siguiente de las elecciones es la caída sin freno del Gobierno.

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