Noticias | 4 dic 2024
Cambiar respuestas, cambiar preguntas – Por Matías Feito
“(…) Haber tenido que nacer para ordenarlo. Venid, vayamos juntos”Hamlet, William Shakespeare En los periodos revolucionarios cambian las respuestas, en los periodos contrarrevolucionarios cambian …
“(…) Haber tenido que nacer para ordenarlo. Venid, vayamos juntos”Hamlet, William Shakespeare
En los periodos revolucionarios cambian las respuestas, en los periodos contrarrevolucionarios cambian las preguntas. Desde la perspectiva de la lucha de la clase obrera y el campo del pueblo, dar forma a unidades y alianzas es cuestión de nuevas respuestas. En cambio, recibir forma de fracturas y aislamientos es cuestión de nuevas preguntas.
La situación original en Argentina radica en un orden de guerra social que libra el campo del régimen. La imagen de “todos contra todos” mistifica las complejas formas de riqueza y pobreza bajo el mecanismo de saqueo a la mayoría de la población (doble yugo, unas y otras fracciones de capitales), y una ingeniería fragmentaria de organizaciones hasta proponer al ciudadano aislado como protector del orden social.
Este planteo no es novedoso en sus características generales, lo novedoso es la coyuntura en que sucede un proceso de radicalización de los negocios económicos y políticos de la aristocracia financiera. En esa línea es interesante construir una mirada donde la destrucción esculpe relaciones sociales, una mirada estratégica de la plasticidad destructiva en los procesos de enfrentamiento social.
Efectos de derrota, efectos de victoria
Atravesamos coyuntura tras coyuntura, muchas veces, sin preguntarnos: a) por quién o quiénes las desencadenan, b) confrontaciones que implican, y c) formas que asumen su dirección.
Es allí donde localizamos un proceso de radicalización de la aristocracia financiera que desencadenó al agrupamiento político, con presencia de elementos de la reacción, en el gobierno del estado en Argentina. La puesta en régimen consiste en instrumentalizar la amenaza disuasiva, combinada con el momento de la represión, a distintas fracciones movilizadas contra política de gobierno. Aunque la disuasión más efectiva sea en la dispersión de las acciones de organizaciones del campo del pueblo, su apuesta se extiende al tiempo futuro con un arsenal ideológico por la clausura de metas de transformación social, aunque de manera preventiva, no deja de reforzar parte del espacio de radicalidad que señalamos.
Por otro lado, nos aproximamos con la caracterización de marginalismo político (Foucault) al discurso, comportamiento y direccionalidad de la fuerza en el gobierno. Subrayando el establecimiento del campo de utilidad/inutilidad de la economía a la política como justificación y excusa a intervenciones, nivelando circunstancias institucionales y económicas, que des-responsabilizan a quién la produce bajo una visión “institucionalista”.
Pasamos a la complejidad de los tiempos sociales de la dominación, tiempos y destiempos, en las diferentes instancias que componen la aristocracia financiera y la fuerza en el gobierno. La primera, en un momento de realización por la direccionalidad de territorios económicos. La segunda, en un momento donde parece trastabillar en ejecuciones o encuentra tensiones como agrupamiento minoritario, pero continua sin oposición reordenando el paso en formación y desplazamiento de fuerza entre-construcciones, entre-organizaciones, entre-clases. Sólo una figura despótica podría cubrir la distancia entre ambas instancias, cubriendo cada fractura de lo antes unido, aislando las partes que conformaron alianzas y en las regulaciones desreguladas por el vencedor.
No es un empate nuestra hipótesis, sino desarme de unos y armado de otros.
La tecnología política de los detenimientos
Las alianzas de clases están afectadas en la confrontación para la que se forman. Una alianza se encuentra mediada por la negatividad. El contra-quién media la formación de las alianzas, contra otra alianza se forma la propia alianza. En esta línea, la recuperación o avance del adversario nos advierte de cambios profundos en la alianza propia.
Hablamos de formas que toman las relaciones sociales, no demandas traducidas en lengua administrativista. Nuestro punto de partida está en el cuerpo desposeído, en la ocupación de nuestros territorios sociales por el reino de la necesidad. Pensar la necesidad es pensar el enemigo que nos asedia (¿nos posee?), pensar la ofensiva en que se manifiestan adversarios y enemigos.
La cosa que falta y otro tiene, la cosa que cuesta y otro goza, la cosa rota que no pueden reponerse. Tenemos miradas construidas en lugares distintos de las contradicciones, algunos procesados por sufrimientos concretos y otros por sufrimientos abstractos. Lo curioso es cómo se construyó una mirada del amo que funciona en el desarme, que funciona sin amo.
Es bajo una tecnología de los detenimientos políticos y sociales donde nos interesa desandar algunos comportamientos que nos traen hasta este presente de cambio de preguntas. Cuando el sujeto de la transformación social se escinde de la realidad que continua su metamorfosis, y el sujeto permanece aprisionado a la respuesta que deja de cumplir su función. Lo que se escinde es el sujeto de la transformación social. Lo accidental es un impensado en las formulaciones donde obstruimos el pasaje por el que podríamos continuar confrontando ante lo que realmente sucede.
El detenimiento hace referencia al momento de transformación política de la burguesía, produciendo una temporalización y espaciamiento “como juego el gato maula con el mísero ratón”. No opera externamente, sino dentro del movimiento de lo social, de las acciones que enlazan. Un modo de cooptar y orientar, metabolizar, bajo su política los movimientos de oposición de obreros y otros sectores del pueblo.
¿Dónde nos detenemos en las acciones que llevamos a cabo? Quitar los detenimientos en un texto es un modo de lectura, quitarlos en una fuerza hace a un modo de conducción. Los sí, la aceptación, los consentimientos están mediados de relaciones de fuerzas que producen el lugar donde se aloja la detención, donde se sostiene el fundamento de una situación de poder. La trampa se construye de afirmaciones que afirman al sistema.
¿Qué detiene a cada uno de nosotros para pensar la transformación social? El optimismo cruel de nuestros comportamientos políticos que repiten fracasos hegemónicos.
Acciones descomponedores: eliminando mediaciones
Hay formulaciones que no pueden pensar la derrota de las que son productos. Los efectos de derrota funcionan de inconsciente político en las formaciones ideológicas, funcionan al margen de la escena donde parece que “toda va bien”.
No todo margen es el mismo margen. Un margen dominante desde su condición rota construye hegemonía sobre la imposibilidad de formación de fuerza (hegemonía proletaria). Así el marginalismo politico propone resolver su relación con la descomposición del sistema, procesando un rebajamiento de los otros, culpando desde el campo del régimen los sufrimientos que produce el sistema. En cambio, para las fuerzas progresivas funcionan de soporte impensado sobre el que se desgranan las propias acciones. En la descomposición se disuelve la reforma de la reforma en un callejón sin salida.
Para observar y registrar las acciones descomponedoras nos remitimos a la “eliminación” de mediaciones. Tales acciones pueden llevarnos a nuevas preguntas que impliquen asumir un problema de raíz, de fundamento, de sostenibilidad de una situación de poder que se cae a pedazos. Es muy difícil confrontar en este tipo situaciones sin fijarnos expectativas que repitan lo sucedido, en procesos que terminen en final feliz, o que intenten detener lo que sucede sin comprenderlo.
Apenas salir a la calle y cruzarnos con personas unas tras otras preocupadas, violentadas o sufriendo. Sí percibimos estas crisis personales, la descomposición es el inconsciente de la situación de crisis. En las practicas militantes, por ejemplo: aun haciendo no se mantiene en pie lo construido, emprendiendo acciones que acaban marginando, obtenemos resultados adversos que nos invitan a la quietud o detenimiento, etc
Las acciones descomponedoras aplican a las condiciones sociales, perjudicando el terreno que tiende a partirse, quitando las condiciones materiales de existencia que las mediaciones eliminadas enlazaban. El efecto desorientador es realmente complejo para quién es perjudicado, su defensa no puede detenerse en lo que le fue quitado, debe sustentar su defensa en algún elemento que afecte al adversario, en alianzas eficientes organizadas en recuperar aquella quita (¿re-mediación?).
¿Qué puede la recomposición? Dialéctica, deconstrucción, plasticidad
Al pensar los procesos de génesis, formación, desarrollo, descomposición y recomposición de relaciones sociales. Pocas veces nos hemos detenido en la peculiaridad del momento de recomposición. Es época de esa pregunta, es a esta pregunta a donde nos llevaron los detenimientos.
Emprendamos un ejercicio junto a los animales dormidos que plantea Catherine Malabou: fénix, araña y salamandra. Los tres paradigmas nos enlazan a recuperar, restituir, reponer desde dialéctica, deconstrucción y plasticidad.
El fénix que renace de las cenizas, sana sin cicatrices (Hegel). Es en el borrado de la cicatriz donde aparece el espíritu, “el borrado de la cicatriz coincide con la aparición del espíritu”. Continúa, “una reconstitución de lo idéntico” que está destruido, “lo negativo prepara constantemente su propia regeneración” (resurrección). Lectura dialectico-metafísica.
La araña nos lleva a la tela o texto donde encontramos cicatrices que no pueden reconstituirse, la imagen del injerto (Derrida). Son huellas, marcas, que no prometen un retorno al origen o una nueva piel. La memoria de la herida contra la resurrección. La autora escribe, “la curación es incierta, el remedio puede crear otra lesión, la costura del texto puede deshilacharse”. Lectura deconstructiva.
La salamandra es el paradigma de una tercera lectura. Este animal puede regenerar parte de sus órganos, incluso órganos completos. Encontrando una forma de reparación sin cicatriz que no es interpretable con los paradigmas del fénix o la araña (resurrección o injerto). Encontrando que “no hay cicatriz, pero hay diferencia”. No es inmortal como el fénix, es mortal, y el órgano auto-regenerado es diferente, no idéntico. La auto-regeneración en el paradigma de la salamandra es una des-programación, puede cambiar de diferencia, de inscripción, por ejemplo, en la biología la capacidad de las células para cambiar su programa. La clave de nuevas lecturas de la reparación “no viene de lo mismo ni de lo otro”, está situada entre “recuperación” y “redescubrimiento”.
El futuro de la recomposición, desde el paradigma de la salamandra, asume la recomposición después de la deconstrucción de la metafísica. Produciendo una invención filosófica al reubicar, al hacer que regrese algo que permanecía inobservado en lo dialéctico. ¿Qué puede la recomposición? Despertar “animales dormidos” (Malabou).
Ya existe lo que hay que transformar. Hay un umbral de formación en las fuerzas sociales y nos remiten a cómo nos transforman las confrontaciones. Ese umbral son los desencadenantes que suceden ante la quita de aguijón, fundamento, punto de apoyo, o soporte impensado.
En este escenario tiene una importancia particular la recomposición, regeneración, recuperación de relaciones sociales. ¿Qué es una fuerza sin el aguijón de la relación de obediencia? ¿Hay política sin esperar nada de arriba? ¿Cuál es la contradicción de la diferencia? Un periodo de nuevas preguntas requiere de la creación de nuevas lecturas para cambiar respuestas.
(*) Investigadores del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO, www.cicso.org), Argentina.