Intervención y expropiación de Vicentin: un paso adelante
La teoría de los ciclos del Capitalismo ha sido investigada científicamente por muchos economistas; nuestro país es uno de los espacios donde aparece con mayor visibilidad.
Cada diez años, aproximadamente se producen profundas crisis con origen diverso: financiero, influencias de crisis de países vecinos o de intercambio, o simplemente las crisis globales que tienen epicentro en algún país central.
A lo largo de la historia económica del capitalismo estos ciclos y/o depresiones tienen correctivos. Es el Estado el que interviene en el mercado, como regulador; financiero, de precios y salarios; de importaciones y exportaciones; y como productor de ciertos bienes o servicios que inciden en la economia y permiten direccionar la oferta y demanda.
Hace tiempo que los precios de los principales productos se establecen en mercados globales, lo que limita a los Gobiernos y permite una regulación indirecta manejada por el capital concentrado.
No se trata de una medida impulsada por una ideología. Las Juntas reguladoras de Granos, de yerba Mate, de Carne fueron iniciativas de gobiernos conservadores para salir de la “gran depresión” de los años 30. Estas medidas siempre tienen una orientación.
En principio tienen una finalidad anti cíclica. Se pretende un regreso al estado anterior. Pero lo define finalmente las consecuencias, saber cuál es el sector que paga los costos.
En la crisis, producto de las burbujas inmobiliarias, los Estados tuvieron una orientación meramente financiera. Las deudas de los bancos en España y en EEUU (por ejemplo) las pagaron los sectores mas postergados con su salario, con su salud y con la seguridad social.
En esta crisis global – especialmente en nuestro país-, el Estado no puede intervenir en la economía como un “mecánico”: repara, pone en funcionamiento y abandona. La irresponsabilidad de los privilegiados de las clases parasitarias del sistema, no puede quedar impunes; el Estado debe permanecer y garantizar el “bien común”.
Los «dueños», los bancos, el capital concentrado, pretenden que el Estado invierta, para que los » empresarios» vuelvan al juego que más les gusta: las ganancias ilimitadas y desmedidas consecuencia de la ingeniería financiera.
El dilema que se pretende instalar desde los medio de difusión hegemónicos es que existen solo dos posibilidades: “la quiebra o el subsidio”. Presionan para que la salida de la crisis tenga como único sujeto a la empresa a la que hay que “ayudar” en la emergencia.
La intervención, acompañada de la solicitud de expropiación al Congreso, tiene un sentido inverso. Apunta a un espacio estratégico: la producción de granos y la obtención de divisas genuinas generadas por las exportaciones. Dos herramientas fundamentales que orientan la “salida” por la puerta grande y limitan los márgenes de los consorcios exportadores (agropecuarios, de granos, aceiteras y portuarias)
El Estado no solo debe auxiliar a las víctimas de las crisis, subsidiando a los que sufren el hambre, la pobreza, la marginación y la rebaja del salario real. Sus organizaciones sindicales, sociales y los gobiernos, debemos ser partícipes en la creación de nuevas formas de producción que sustituyan la «gran ruleta» que facilitó el periodo de la historia de mayor concentración de riqueza.
La expropiación de Vicentin es auspiciosa. Solo es el comienzo de un camino lleno de incertidumbre y dificultades. Desde la autonomía debemos acompañar las medidas de gobierno que apunten a la modificación de la producción hacia espacios genuinos que tengan al trabajo como eje de debate.
Tengo convicción y esperanza que nuestro pueblo va a poder.
*por Horacio Meguira, director del Departamento jurídico de la CTA Autónoma Nacional