«Construir un estado abierto a las organizaciones libres del pueblo»
Al crecimiento de la curva de contagios de COVID-19 que fue expuesto por el gobierno nacional y provincial, creo que es clave abordarlo entre todos bajo dos premisas que ha planteado el Presidente de la Nación; “una vida no se puede recuperar, la economía sí”, y también bajo otra premisa que es muy clara; “quienes han ganado mucho en la argentina, es hora de que ganen menos” para quienes históricamente han sido postergados, transiten esta pandemia con mejores condiciones de vida.
Si miramos los últimos datos, podemos advertir que se ha invertido la pirámide donde prevalecían los casos importados (de personas que viajaron al exterior) de COVID-19 en relación a los autóctonos, que sea han incrementado debido a la circulación comunitaria. Y esta situación, impacta de manera preocupante sobre los barrios populares y los sectores más humildes.
Dada esta situación, es necesario salir con más igualdad, equidad y mejor distribución de la riqueza, pero no como una posición política abstracta, porque si eso no sucede, las barriadas populares serán muy castigadas, esta vez, además del hambre, por el coronavirus.
Los que menos tienen siempre están en desigualdad de infraestructura y recursos para poder enfrentar los problemas; la mala alimentación, el hacinamiento, la pobreza e indigencia, hace que las condiciones con las que enfrenten la pandemia sean muy desventajosas y desiguales. Y frente a una enfermedad que hasta el momento no tiene vacuna u otra forma de prevención efectiva que no sea el aislamiento, el desenlace a las personas en condición de vulnerabilidad puede traer consecuencias fatales.
Es por eso creo que es urgente destinar recursos que garanticen alimentos, como así también las condiciones básicas de higiene, cómo lo es el agua, elemento vital que no llega a muchos barrios populares. Todavía nuestras compañeras y compañeros del Barrio 31 siguen llorando a Ramona Velázquez, quién había advertido sobre esta situación.
También, es urgente profundizar las medidas sanitarias generales de prevención, e instrumentar espacios de construcción de propuestas en conjunto con todas las organizaciones del campo popular.
Es tiempo de un estado participativo, democrático y popular, un estado presente que le abra las puertas a las organizaciones libres del pueblo para que salgan las mejores ideas para transformar la realidad y construir una vida justa para la mayoría de los Argentinos y para que todas las políticas que beneficien a nuestro pueblo tengan la potencialidad de la fuerza que nace del seno de la sociedad.
Pero para eso, es necesario ir a buscar los recursos donde están; los dueños de la Argentina tienen recursos, hay que ir por ellos y distribuirlos entre compatriotas en situación de vulnerabilidad. Pero no como una acción coyuntural para resolver la urgencia de la pandemia, sino como un acto de reparación histórica postergada desde hace más de medio siglo cuando el gobierno de Perón dispuso que la mitad de la riqueza generada por los Argentinos fueran para sus trabajadoras y trabajadores, sino como una definición política definitiva.
El impuesto a las grandes riquezas es la punta del iceberg, y tenemos que avanzar rápidamente en su implementación, aplicar una reforma tributaria, y recuperar las áreas estratégicas del estado para que estén destilados todos sus recursos de la felicidad de nuestro pueblo.
Es hora que estos sectores privilegiados dejen de lado el egoísmo, y que dispongan sus enormes riquezas (que son posibles fruto del esfuerzo de millones de argentinas y argentinos que la pasan mal).
Para ello, necesitamos un estado decidido que avance junto a las organizaciones libres del pueblo para poner equilibrio en la balanza, para que toda la creatividad que se despliega en los territorios en la pelea por una vida mejor, se exprese en políticas públicas.
Porque no alcanza con la gestión del estado, hay que convocar a las Organizaciones Libres del Pueblo, para que todas nuestras buenas intenciones y propuestas tengan la fuerza necesaria para llevarla adelante. Porque el poder económico que está enfrente no quiere resignar absolutamente nada, y por lo tanto no alcanza con tener razón, sino que además tenemos que tener la fuerza organizada que haga que nuestras iniciativas se concreten.
Hace tiempo veo en las asambleas y las actividades que se realizan en distintos puntos del territorio bonaerense, como nuestras compañeras y compañeros organizados en las barriadas populares apelan a la imaginación, la dignidad y la firmeza para resolver los problemas que generan la desigualdad y la pobreza. Pero a veces, ni con eso alcanza. Y esta situación de aislamiento social preventivo y obligatorio, complejiza aún más la situación de quienes ya venían con muchas dificultades para subsistir; trabajadores desocupados, informales, y de la economía popular que no pueden salir a changuear, vender en plazas o ferias, trabajar en servicios domésticos, etc.
Estoy plenamente convencido de que las organizaciones libres del pueblo junto a un estado presente, podremos transitar este camino y salir con más igualdad y más justa distribución de la riqueza, hacia una sociedad con más igualdad, justicia social, soberanía y producción.
*por Oscar de Isasi, Secretario General de la CTAA y ATE Provincia de Buenos Aires