Parir y Nacer en tiempos de pandemia
Todos los años en el mes de mayo se elige un lema para conscientizar sobre los derechos de madres y bebés en el proceso de embarazo y parto. Esto ocurre en la Semana Mundial por el Parto Respetado y este año la frase es: «Mi decisión debe ser respetada”. ¿Cómo lograrlo cuando todo el sistema sanitario está abocado al COVID19?
Desde hace 17 años varias agrupaciones en todo el mundo se unen en un lema para hacer campaña sobre parto respetado. Se busca informar sobre derechos y también para advertir sobre la violencia que se ejerce en nuestra cultura occidental sobre las mujeres y bebés en ese momento tan trascendental para todo ser humano. Concientizar para cambiar, ya que “Cambiando las formas de nacer, cambiamos el mundo” dijo alguna vez el obstetra francés Michel Odent, uno de los pioneros en los estudios sobre parto fisiológico y consecuencias de las intervenciones innecesarias.
La historia de los partos es tan antigua como la historia de la humanidad, y tan vasta como la diversidad cultural a lo largo y ancho del globo. Porque en verdad, existe un proceso fisiológico natural, pero el parto es también un hecho de la sexualidad y de la cultura. Pero principalmente, es un hecho de la intimidad de las mujeres que paren, sus parejas y sus hijes. Algo que parece obvio, y sin embargo no lo es. Así lo revela la alta cantidad de cesáreas innecesarias y el aumento de bebés en neonatologías por ejemplo, consecuencia de una cascada de intervenciones que muchas veces incurren en lo que se llama «violencia obstétrica», como procedimientos sin consentimiento de las mujeres, maltratos, prácticas en desuso, etc.
Esto se debe a una formación anacrónica de profesionales y trabajadores de la salud que no contempla los nuevos paradigmas de la medicina basada en la evidencia y las recomendaciones de la OMS y demás organismos y legislación que reconoce derechos del paciente, de mujeres y niñes; como también por una industria millonaria detrás de estas intervenciones, que van en línea con la construcción de una cultura donde se buscan nacimientos «expres».
En el año 2004 se aprobó en la Argentina una ley de parto respetado, con el objetivo de garantizar derechos básicos del bebé y de la familia en el momento del parto y el nacimiento. La obligación de cumplir con esta ley es de los efectores de salud, la responsabilidad de que se cumpla del Estado. La efectividad de que funcione, de la sociedad toda.
Protocolos oficiales en Pandemia
Según explicó en los medios la coordinadora del área de Obstetricia y Ginecología de la Dirección de Salud Perinatal y Niñez del Ministerio de Salud de la Nación, María Julia Cuetos, en este contexto de la pandemia “el parto respetado sigue siendo un derecho con algunas adecuaciones por el momento en el que estamos viviendo”.
A esto se refiere con los protocolos de actuación cuando una mujer ingresa a un establecimiento sanitario: “tanto la persona gestante como el acompañante pasarán por un triage en dónde les tomarán la temperatura, les van a hacer alguna preguntas para saber si pueden ser casos sospechosos de COVID-19 y a partir de ahí derivarlos al sector correspondiente”, informó Cuetos.
El acompañante no debe ser mayor de 60 años, ni ser un niño, ni tener alguna enfermedad preexistente. Si bien la funcionaria aclaró que el acompañante “estará registrado para poder permanecer siempre con la persona gestante y también podrá estar con ella en el momento del nacimiento”, en los relatos de nacimientos en pandemia, la organización Vos Podés, asociación por los Derechos del Parto y el nacimiento respetados, denunció que esto no se está cumpliendo.
No sólo se discontinuo la atención durante el embarazo en muchos casos, sino que no se está respetando el derecho de la mujer a estar acompañada, al acceso a la información, a que no la separen de su bebé tras el parto.
Para garantiza esto, desde el Ministerio de Salud informaron que está habilitada la línea 0800 Salud Responde o al 144 del Ministerio de las Mujeres Género y Diversidad, a través de la cual se puede denunciar maltrato o violencia obstetrica.
Las medidas dispuestas po COVID-19 no deben justificar ninguna violación de derechos por parte de las instituciones sobre las mujeres en el proceso embarazo, parto y postparto.
Asimismo, informaron que «la enfermedad COVID-19 no implica un riesgo mayor para las personas embarazadas ni para sus recién nacidos», y que deben llevarse adelante las recomendaciones generales para evitar contagios. A su vez, desde la cartera de Salud recomiendan «elaborar pautas internas que cubran todos los aspectos de la organización institucional, no solo para brindar acceso a la atención calificada, sino también, respetuosa y centrada en la persona gestante acorde a las normativas nacionales vigentes. Por lo tanto, se debe establecer una política institucional que respete el derecho de la embarazada y/o puérpera a estar acompañada durante el proceso de atención, tal como lo rige la Ley N°25.929 (Parto Respetado)».
En el mundo
Según Unicef, en los 9 meses posteriores a la pandemia se esperan 116 millones de nacimientos en todo el mundo. En ese marco, insta a los gobiernos a mantener los servicios vitales para embarazaras y recién nacidos. Esto resulta fundamental, en un momento en donde las mujeres enfrentarán a unos sistemas de salud sobrecargados y a interrupciones de servicios básico.
Para UNICEF: “Millones de madres de todo el mundo iniciaron la aventura de la maternidad en el mundo que conocíamos. Ahora han de prepararse para traer una vida a un mundo totalmente distinto: un mundo en el que las futuras madres temen ir a los centros de salud por miedo a infectarse y en el que no pueden recibir cuidados de emergencia debido a la sobrecarga de los servicios de la salud y los aislamientos”.
Desde el organismo internacional advierten de que si bien las pruebas apuntan a que la COVID-19 no afecta a las madres embarazadas más que a otras personas, los países deben asegurarse de que estas mujeres cuenten con acceso a los servicios prenatales, de asistencia al parto y para después del nacimiento del bebé. Y quienes lo necesiten, deben contar con la atención necesaria.
Incluso antes de la pandemia de la COVID-19, cada año morían aproximadamente 2,8 millones de mujeres embarazadas y recién nacidos, la mayoría por causas prevenibles.
Recomendaciones a para gobiernos y profesionales sanitarios:
- Ayudar a las mujeres embarazadas a someterse a revisiones prenatales, atención obstétrica cualificada, servicios de atención postnatal y cuidados relacionados con la COVID-19 en función de la necesidad.
- Cerciorarse de que los trabajadores sanitarios disponen de los equipos de protección personal necesarios y tienen prioridad a la hora de realizarse pruebas o recibir vacunas cuando haya una vacuna para la COVID-19, de forma que puedan prestar servicios de atención de gran calidad para todas las mujeres embarazadas y los bebés recién nacidos durante la pandemia.
- Garantizar que los centros de salud cuenten con todas las medidas de prevención y control de la infección durante el parto e inmediatamente después.
- Permitir a los trabajadores sanitarios llegar a las mujeres embarazadas y a las que acaban de ser madres a través de visitas a domicilio (lo cual animará a las mujeres que viven en zonas remotas a usar hogares maternos de espera) y mediante el uso de estrategias de salud móviles para las consultas a distancia.
- Formar, proteger y equipar a los trabajadores sanitarios con botiquines para partos higiénicos a fin de poder asistir los partos en el hogar cuando los centros de salud estén cerrados.
- Asignar recursos a los servicios y suministros esenciales para la salud materna e infantil.
- Si bien aún se desconoce si el virus se transmite de las madres a los bebés durante el embarazo y el parto, UNICEF recomienda a todas las mujeres embarazadas:
- Seguir las precauciones para protegerse de la exposición al virus, observarse atentamente para detectar posibles síntomas de la COVID-19 y buscar asesoramiento en el centro de salud designado más cercano si tienen alguna inquietud o presentan síntomas.
- Tomar las mismas precauciones que el resto de las personas para evitar infectarse con la COVID-19: poner en práctica el distanciamiento físico, evitar las reuniones físicas y utilizar los servicios de la salud en internet.
- Buscar asistencia médica cuanto antes si viven en zonas afectadas o en riesgo y presentan fiebre, tos o dificultades para respirar.
- Seguir amamantando a su bebé incluso si están infectadas o sospechan que podrían estarlo, ya que el virus no se ha encontrado en las muestras de leche materna. Las madres que padecen la COVID-19 deben ponerse mascarilla para amamantar a su bebé; lavarse las manos antes y después de tocarlo; y lavar y desinfectar las superficies con frecuencia.
- Seguir sosteniendo en brazos a su recién nacido y mantener el contacto piel con piel.
- Consultar a su matrona o a su médico cuál es, en su opinión, el lugar más seguro para dar a luz; disponer de un plan para el parto que las ayude a calmar su ansiedad y asegurarse de llegar con tiempo.
- Seguir recibiendo atención médica, incluidas las inmunizaciones rutinarias, después del nacimiento del bebé.
* por Rosario Hasperué, Secretaria de Comunicación CTA Autónoma Bonaerense, Foro por los Derechos de la Niñez, co-autora del libro Relatos Paridos con Lorena Ribot y Ana Clara Sosa.