Fueron condenados cuatro genocidas del Batallón de Comunicaciones de Comando 601
La CTA Autónoma de Buenos Aires estuvo presente en la condena a cinco ex militares del Batallón de Comunicaciones de Comando 601 de City Bell por los delitos de lesa humanidad de homicidio, privación ilegal de la libertad y tormentos aplicados a una niña de doce años; y la sustracción, retención y ocultamiento de su hermano de diez años y su hermana de 18 meses.
Fueron condenados a perpetua el entonces segundo jefe del Batallón de City Bell Carlos Alberto Bazán; el ex oficial de Inteligencia de esa misma unidad, Francisco Ángel Fleba; el ex oficial de Operaciones Eduardo Arturo Laciar; y el ex jefe de la Compañía B, Daniel Eduardo Lucero. Por su parte, el ex subteniente de la Compañía B; Eduardo Enrique Barreiro fue absuelto y se ordenó su liberación.
Emiliano Hueravilo, secretario de Derechos Humanos de la CTA Autónoma de Buenos Aires, celebró que «estos genocidas hayan sido condenados a perpetua y que cumplan su condena en una cárcel común». Y apuntó que «todos los responsables del genocidio durante la dictadura tienen que ser condenados. Porque el único lugar para un genocida es la cárcel».
Los hechos por los que fueron juzgados los cinco ex militares fueron cometidos en la mañana del 6 de septiembre de 1977 a manos de integrantes del Batallón. María Nicasia Rodríguez, de 34 años, y Arturo Alejandrino Jaimez, de 22, fueron asesinados con múltiples disparos de armas de fuego. Ambos militaban en Montoneros. Rodríguez era la madre de la niña de por entonces 12 años, de un varón de 10 y de la beba de un año y medio que fueron encontrados por los militares en el baño del domicilio atacado. Era el único recinto con paredes sólidas de la casa prefabricada. La niña mayor fue introducida en el circuito de centros clandestinos de detención y pasó por El Vesubio, Sheraton y el Regimiento de La Tablada. Sufrió abusos sexuales y fue torturada y obligada a señalar en la calle a compañeros de militancia de su madre. Su hermano de diez años y su hermana de un año y medio de edad estuvieron desaparecidos durante ocho días. En ese lapso, pasaron por diferentes dependencias policiales hasta que fueron entregados a sus familiares, tras una incesante búsqueda por parte de su padre. El cuerpo de Jaimez continúa aún desaparecido pero el de Nicasia Rodríguez fue recuperado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en una tumba sin nombre en el cementerio de La Plata, en 2007.
«Continuamos exigiendo justicia por nuestros compañeros y compañeras detenidas desaparecidas, para mantener viva su memoria», resaltó Hueravilo.