Crecimiento explosivo de la pobreza: el 48% de los niños, niñas y adolescentes argentinos son pobres
La crisis económica es brutal: diferentes investigaciones sociales establecen que la pobreza alcanza al 36% de la población y según las proyecciones seguirá creciendo. En nuestro país, la infancia de 5,5 millones de menores de 18 años transcurre en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos y el 48% de los niños, niñas y adolescentes sufren al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales.
El tsunami económico empujó, desde abril a diciembre de 2018, a 4.756.984 de argentinos a la pobreza y a 1.165.466 a la indigencia. Las cifras del crecimiento de la pobreza son abrumadoras: 35,9% de la población es pobre y la indigencia llegó al 7,4%. La devaluación, la recesión y la creciente inflación empobrecen a la población a velocidad de vértigo. El imparable aumento de precios también hace crecer el consumo de productos elaborados en base a leche o manteca, que solamente contienen un 40% o menos de las mismas en su composición. En el último mes el consumo general cayó un 6%.
El informe de UNICEF sobre la Situación Económica de las niñas, niños y adolescentes en la Argentina revela que un 42% de los niños, niñas y adolescentes viven bajo la línea de pobreza (5,5 millones de chicos y chicas) y un 8,6% vive en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos. Asimismo, los resultados del trabajo de campo muestran que, en relación con el año anterior (2017), las principales problemáticas en las familias en situación de vulnerabilidad son el desempleo y la precarización del mercado trabajo, aunado a un déficit habitacional y una precipitada pérdida del poder adquisitivo. Estas situaciones están impactando en la calidad de vida de las familias con niñas, niños y adolescentes, restringen su consumo, y ponen en riesgo su supervivencia, sometiéndolas a una mayor estigmatización y a situaciones de discriminación. A continuación, se sintetizan los principales hallazgos del estudio organizados por ámbito de derechos reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Macri y el FMI lo hicieron: hay 4.755.984 pobres más
Por su parte, el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas, presentó un estudio dirigido por el economista Claudio Lozano titulado Derrumbe social en la Argentina, Pobreza e Indigencia en el segundo semestre del 2018, MACRI Y EL FMI LO HICIERON: HAY 4.755.984 POBRES MÁS.
El estudio revela que la tasa de pobreza es del 35,9% y la indigencia del 7,4%. Es decir, al llegar a fines del año 2018, nada menos que 16 millones de personas son pobres y 3,3 millones son indigentes.
Desde Abril a Diciembre del 2018, período en el que se concentró el efecto regresivo anterior, hay 4.756.984 millones más de pobres y 1.165.466 millones más de personas indigentes el año culmina con aumento anual de la tasa de pobreza del 24,5% (pasa del 25,7% al 32%) y de la indigencia del 39,6% (del 4,8% al 6,7%) que deriva en 2.928.690 pobres más y 870.047 indigentes más las estadísticas oficiales del mercado laboral: menos empleo (-131 mil), más desocupación (385 mil), más subocupación (370 mil) y más informalidad laboral (84 mil).
La pobreza y el hambre es la garantía de los niveles de desigualdad que permite que la Argentina de hoy, en tan sólo tres años, se pueda fugar capitales por U$S 59.324 millones, pagar intereses de deuda por U$S 29.711 millones, girar utilidades y dividendos por U$S 6.746 millones.
El deterioro más importante se experimentó a partir de los efectos que en la inflación tuvo el shock devaluatorio permitido por el Gobierno que se concentró en dos momentos del año y se constituyeron, finalmente, en la llave maestra que legitimó el ingreso de FMI y el recrudecimiento de las políticas de ajuste, austeridad fiscal, desregulación financiera y astringencia monetaria. Se verifica entonces que la primera corrida cambiaria durante el mes de Mayo (cuando el dólar pasó de $20,23 a $23,67) provocó un aumento de la tasa anual de inflación que subió a casi el 30% (en Junio) para luego volver a escalar hasta alcanzar el 47% hacia Diciembre 2018 como consecuencia del segundo golpe devaluatorio en Septiembre que derivó en una brutal pérdida de valor de la moneda local.
El trabajo cualitativo realizado por el Fondo UNICEF aporta testimonios sobre cómo se agrava la situación que atraviesa la infancia en todo el país.
“Mi tema es el yogurt para la nena, porque ella lo pide, se encapricha, y yo no tengo para comprárselo” (mamá adolescente de niña de 2 años, taller integral)
“Un kilo de azúcar me dura un día y medio” (ama de casa, familia de 6 miembros)
“Hay gente que cada diez días podía hacer milanesas, hoy eso es impensable.” (referente de banco de alimentos, entrevista en profundidad)
“Al mediodía comemos lo que consigue mi marido, y a la noche si no encontró, hago alguna sopita, una tira de pan, algo comemos” (ama de casa, taller integral)
Los resultados en materia de nutrición muestran que la alimentación y la dieta de las familias de sectores vulnerables está compuesta de forma casi exclusiva por harinas y azúcar. En los relatos obtenidos se resalta que en el último año se han incrementado las restricciones en el consumo de alimentos tanto en su cantidad como en su calidad. Algunas familias saltean comidas, se suprimen comidas grupales de fin de semana, se cocina una única vez por día, los adultos a veces no comen por dejarle el alimento a los niños, niñas y adolescentes, y cambia la composición de la cena. Los relatos dieron cuenta de la eliminación de determinadas comidas por parte de los adultos, principalmente las mujeres: por ejemplo, suprimir la cena y reemplazarla con mate muy azucarado con el objetivo de hacer “rendir la comida” y que esta sea consumida por otros integrantes del hogar, principalmente los niños, niñas y adolescentes. También se señaló una reducción del consumo de alimentos con proteínas de origen animal, sobre todo carne vacuna y lácteos, cuyo consumo es desincentivado por el aumento de precios.
Respecto a la salud, el estudio de UNICEF observó que en las familias en situación de vulnerabilidad son recurrentes los padecimientos crónicos tanto en los adultos como en los niños, niñas y adolescentes. Las afecciones más mencionadas fueron las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA), principalmente gastroenteritis y diarreas, posiblemente asociadas a las prácticas de búsqueda y recolección de desperdicios en basurales. En las plazas con mayor densidad demográfica del estudio, se explicó la recurrencia de padecimientos o enfermedades asociadas al medio urbano y a deficiencias infraestructurales como alergias respiratorias y afecciones dermatológicas.
Específicamente, en la plaza de la Zona Sur del país, se observaron enfermedades vinculadas a los déficits habitacionales en materia de calefacción y aislación térmica como cuadros respiratorios y migrañas crónicas. Se señaló que en el último año se han enfrentado mayores dificultades para combatir estas enfermedades, por ejemplo, para dar continuidad a los tratamientos crónicos debido a un menor suministro de medicamentos, al aumento del precio y a problemas para conseguir un turno de consulta médica.
Adicionalmente, referentes de los comedores comunitarios y personal de centros de salud, en comparación con el año 2017, observan con mayor frecuencia problemáticas de malnutrición; ya sean obesidad infantil y posibles cuadros de desnutrición.
Respecto de la salud mental, se identificó el aumento del malestar psicológico expresado en problemas de conducta, manifestaciones de ansiedad y déficit de atención en niños y niñas. Mientras que en los y las adolescentes se observó un mayor estrés y alteraciones del estado de ánimo. En esta línea, los actores clave en el territorio confirmaron un incremento en el último tiempo de manifestaciones de violencia en adolescentes, cuadros de alcoholismo y depresión.
En todas las plazas visitadas, se señaló una disminución de la capacidad de cobertura estatal debido a los recortes de gasto público y a la reducción del personal en salud. Los agentes estatales relataron sentirse actualmente colapsados por el aumento de la demanda y desprovistos de herramientas de intervención por el recorte en la cantidad de medicamentos, provisión de vacunas gratuitas, mantenimiento de los equipos e instrumental médico.
“Acá hay muchos pibes que son papás y no le dan bola a su hijo”
(Coordinador de centro cultural, entrevista en profundidad)
“Estoy cansada, porque mi hija va a la mañana a la escuela. Me levanto temprano a las 6. Es cansador estar todo el día, por más que esté en mi casa, tengo muchas cosas que hacer y el padre no me ayuda en nada”
(Adolescente mamá de una niña de 1 año y un niño de 6 años, taller de integración familiar)
Respecto a la salud reproductiva y embarazo adolescente, se destacó la continuidad en la atención durante el embarazo y el parto. En cambio, se ha visto disminuida cobertura estatal de los programas de prevención del embarazo y anticoncepción y poca penetración de iniciativas de promoción de la lactancia materna. También se señaló cierto empeoramiento en los servicios de atención posnatal y pediatría infantil debido a recortes del personal de salud.
En la plaza de la Región Norte, donde la tasa de embarazos adolescentes es mayor que en las otras relevadas en el estudio, después de los partos se observa una reducción del acompañamiento y la atención materno-infantil. Allí son más escasos y limitados los dispositivos disponibles para la contención de las madres y acompañamiento del puerperio, la lactancia y alimentación. Por otro lado, hay evidencia de un incremento reciente de la violencia doméstica y el malestar psicológico producto de los desafíos que impone la coyuntura. Adicionalmente a las dificultades relacionadas a no asumir económicamente la jefatura del hogar, los y las adolescentes presentan dificultades para asumir las responsabilidades y las tareas de cuidado que implican la maternidad y paternidad. Esta situación, al igual que en el caso de los adultos, es más marcada entre los varones, que asumen en menor medidas las tareas de cuidado.
Rubén Fernández | IDEP Salud ATE Argentina
Fuente: idepsalud.org