Lozano: «Macri planteó lo mismo que Martinez de Hoz en 1976»
“Muchos años después (para ser precisos 41 años después), Macri volvió a decirle a los argentinos aquel viejo planteo que en abril de 1976 recitara en su discurso inaugural el Ministro Martínez de Hoz. Nos recordó ese apotegma tantas veces esgrimido y nunca cumplido que consiste en afirmar que “achicar el Estado es agrandar la Nación”.
Claudio Lozano, presidente de Unidad Popular sostuvo que “es decir que ‘Con menos Estado, con más mercado, habrá más inversión, por tanto crecimiento, generación de empleo y reducción de la pobreza’. Contra todas las evidencias históricas recientes y no tanto, que una y otra vez demuestran que ha sido el Estado el que ha tenido que organizar el capitalismo cuando de lo que se trata es de encarar procesos de cambio productivo con incorporación de progreso técnico y aumento de la productividad, Macri decidió volver a recitar la estupidez de siempre”.
“En este marco de falacias impunes (porque nos han costado caras en otros tiempos históricos) Macri sostuvo que su objetivo central es terminar con la pobreza porque es inadmisible que un país como el nuestro presente niveles de deterioro social de tamaña magnitud. Y es inadmisible dijo, por las posibilidades que tiene la Argentina. Sin embargo, al escuchar el dispositivo conceptual por el cual pretende realizarlo advirtió que se hará, una vez más, a través de la teoría del derrame y, bajo ningún punto de vista, en base a un proceso de redistribución de riqueza e ingresos. En este sentido, su propuesta es esperar que la reducción del Estado se transforme en mayor inversión, luego que esa inversión genere volúmenes de empleo y crecimiento suficientes como para aumentar los ingresos y reducir la pobreza. Proceso difícil en estos tiempos del mundo pero que además implicaría décadas”.
En ningún caso consideró que si la brecha necesaria para terminar con la pobreza en los hogares hoy sumergidos es de apenas el 2,4% del PBI argentino, eso indica que lo que es inadmisible es prolongar en el tiempo esta situación que condena a la mitad de la población infantil de nuestro país. Es inadmisible, porque si terminar con la pobreza es el consenso básico al cual podemos y debemos arribar como sociedad, y los fondos son absolutamente ínfimos al evaluarlos en relación con la capacidad económica del país e incluso comparados con los recursos que maneja el propio Estado, si cual ha dicho el Presidente el objetivo es que quienes tienen más poder deben ceder en función de lograr los consensos, esto se puede y se debe encarar ya. El Presidente podría mirar a su alrededor (de hecho los conoce a todos) y observar que en la Argentina hay 11 fortunas que detentan un patrimonio neto de más de 1000 millones de dólares, que hay 1000 argentinos que tienen patrimonios superiores a los 30 millones de dólares y que 114.000 argentinos superan el millón de dólares como riqueza personal. Si a estos les cobráramos la alícuota que establece el impuesto a los bienes personales, recaudaríamos lo suficiente para acercarnos al objetivo. Pero claro, blanqueo mediante y con el objetivo declarado de eliminar impuestos entre ellos el de Bienes Personales) no se puede resolver ahora lo que ahora habría que resolver.
El Gobierno asocia la Responsabilidad Fiscal con la reducción de los impuestos y, en ese marco la reducción del déficit y el control de las cuentas provinciales. Una vez más la pobreza argumental asombra. Argentina no tiene un problema de elevada carga tributaria, tiene sí una muy desigual distribución de la misma por el hecho de que los impuestos que gravan capacidad contributiva tienen una baja participación en el total de la recaudación.
Sobre la cuestión previsional ha trascendido la decisión gubernamental de intentar resolver esto modificando el sistema de actualización de las jubilaciones. En concreto pasar de una fórmula en la que incide la inflación pasada a una basada en la inflación futura. En buen romance, no permitir recomponer el poder adquisitivo de las Jubilaciones en un marco donde el nivel de las mismas en el mejor de los casos equivale a la mitad de la canasta de bienes y servicios que necesita un jubilado.
El capítulo Republicano con alusiones expresas al Poder Judicial o al Parlamento Nacional centrado en las licencias o los 45 días de vacaciones en el primer caso, o en la cantidad de personal en la Biblioteca del Congreso, una vez más, asombra por su pobreza. El problema del Poder Judicial no son los 45 días de vacaciones. El problema es cuando funciona y ese funcionamiento remite a un proceso de degradación donde influye el modo en que el poder económico, el poder político y los servicios de inteligencia inciden a la hora de la gestación y el desarrollo de las causas.
Más preocupante aún fueron las afirmaciones respecto a que sobraban sindicatos. El Presidente pareciera encaminarse a restringir aun más la libertad y la democracia sindical que ha llevado, en el contexto de un modelo sostenido en un unicato dominantemente asociado a las patronales, a que los trabajadores protagonizaran la creación de nuevas organizaciones con el objeto de defender sus derechos, muchas veces traicionados, por los propios sindicatos.
Si terminar con la pobreza es el consenso básico al cual podemos y debemos arribar como sociedad, y si como ha dicho el Presidente el objetivo es que quienes tienen más poder deben ceder en función de lograr los consensos, esto se puede y se debe encarar ya. El Presidente podría mirar a su alrededor (de hecho los conoce a todos) y observar que en la Argentina hay 11 fortunas que detentan un patrimonio neto de más de 1000 millones de dólares. Si a estos les cobráramos la alícuota que establece el impuesto a los bienes personales, recaudaríamos lo suficiente para acercarnos al objetivo.
Por último, resultó casi para los anales de la historia su frase “que madre y padre pueden dejarle a sus hijos deudas…” Que esto lo diga un gobierno que en solo tres años hasta el 2018) tomaría 123.000 millones de dólares de nueva deuda pública, entre las cuales consta un bono de deuda a 100 años, es casi un chiste de mal gusto. En la Argentina de hoy, sigue teniendo vigencia que aquella vieja frase de “el muerto se ríe del degollado”.