«El tortero, la barita mágica y la Señora Meritocracia»
Por Sebastián Moyano*.Quizás Alfredo Farías sea una de esas miles de personas que se duermen con el receptor de radio cerca de la oreja y que logren descansar a pesar del ruido, estando alertas para cuando las agujas del reloj estén por llegar a las 2 de la madrugada…se levante con su esposa mucho antes que los gallos para comenzar su jornada laboral vendiendo torta a la parrilla a la vera de la ruta sin reparo, con un frío intenso seguramente en esta época del año pero con todas las pilas y la energía necesaria para ganarse el sustento con dignidad, sacrificio y mucho amor.
De repente, en la localidad de Cuatro Esquinas ubicada en la intersección de las rutas provinciales 18 y 25, el paisaje se transforma. El mismo puesto que es visitado habitualmente por camioneros de paso, algún carrito cartonero, algún albañil en bicicleta, o algún que otro viajero que no puede resistirse a la tentación de una torta a la parrilla, se ve inundado de micrófonos, cámaras, asesores de prensa, guardaespaldas, y la visita anunciada de nada más ni nada menos que el Jefe de Estado qué había aprovechado una escapada a la central de General Motors “para cumplir una promesa” hecha por su equipo al buen Alberto, quién pocos días después de las elecciones, adjuntó un billete de 100 pesos a una carta de puño y letra que envió al flamante presidente, aportando su buena voluntad de ayudar a la patria con su aporte solidario.
Sólo faltó la presencia de Julián Weich para que la escena fuera digna del recordado programa “Sorpresa y Media” que se emitía los domingos por la noche, casualmente en Canal 13. El Presidente se acercó y los saludó provocando una gran emoción, fundamentalmente en la esposa de Alberto. Recibió una torta a la parrilla entregada en una bolsa de nylon, firmó una camiseta suplente de Boca y agradeció al tortero su gesto apoyando en él sus manos, cuasi sanadoras, tal como se vio en varios spots de campaña en las que el entonces candidato se preocupaba por mostrarse acariciando a personas humildes. Rápidamente, el ahora Jefe de Estado subió a su auto, quitó el micrófono afirmado en su corbatero –quizá a esta altura sea ya una especie de “cábala” presente en todas sus visitas sorpresa-, y así como llegó, se fue. Las cámaras presentes en el lugar permanecieron junto a la pareja, y realizando un primerísimo primer plano sobre el rostro curtido de Alberto, la secuencia difundida hasta el hartazgo por el aparato de propaganda gubernamental finaliza con un fundido a negro en el que se escuchan las palabras finales del puestero quien dice “es un día muy feliz, más no podemos pedir”.
Desconocemos si Macri devolvió los 100 pesos aportados por Alfredo y su familia solidariamente para brindarle a la patria un empujoncito con su ayuda. O si facilitó algún tipo de subsidio o crédito para tener un puestito en mejores condiciones, u ofreció alguna alternativa para que esta pareja de trabajadores ya no necesite levantarse a las 2 de la mañana para buscar el sustento. Tampoco sabemos si este trabajador informal pudo efectuar aportes previsionales y está en condiciones de jubilarse, y si en ese caso existió un compromiso para agilizar los trámites y que su jubilación no se postergue por las trabas burocráticas habituales. Desconocemos si esto ocurrió, ya que no fue lo que mostraron las cámaras. Pero de todos modos, ese no era el motivo de la visita. La idea que instalaron los medios amigos, aliados, socios, cómplices, es que Macri prometió y cumplió. A nadie le importó si la máxima autoridad del Estado Nacional se interesó por dejar algo más que una emotiva postal para quienes vivieron ese momento. Y es aquí donde la frase de Alberto con la que cierra el video del encuentro nos retumba como un mazazo en nuestras consciencias repitiéndose largamente como un eco: “más no podemos pedir”.
Así deben ser los pobres para el neoliberalismo.
El sueño americano
“Nacer pobre, trabajar duro, y tener éxito gracias al esfuerzo y la autodeterminación”
Frente a un centenar de mujeres argentinas, la primera dama norteamericana Michelle Obama expuso un ejemplo de virtud; “Margarita Barrientos nos enseñó que lo poco que uno tiene se puede compartir”. Es una noble virtud “del pobre bueno”: “la solidaridad en la escasez”. Y no aplicable solamente a personas, también a los Estados. Pero jamás a los estados imperialistas, los usureros de la especulación internacional y los grupos económicos concentrados. De ninguna manera podría solicitársele a Paul Singer la “solidaridad de la abundancia” así como se nos exige a los argentinos la “solidaridad de la escasez”.
“Inspira tu mundo”
Walt Disney fue un reconocido macartista que colaboró con el Comité de Actividades Antinorteamericanas. Su imperio se convirtió en una de las armas de penetración ideológica más poderosas del imperio. Las películas de Disney proponen un mundo de fantasía en que las soluciones son mágicas, el triunfo es individual y la conciliación de clases es posible. La serie animada Princesita Sofía es fiel testimonio de esto. Se trata de una niña proveniente de una aldea campesina hasta que el Rey enamora rápidamente a su madre panadera y se mudan al castillo donde deberá aprender a convivir con el rey, sus hermanastros los príncipes Amber y James, y el resto de la aristocracia. Su mayordomo, totalmente alienado, hace gala de su nobleza y bondad ya que incluso durante sus vacaciones y días francos permanece trabajando 24 hs para una familia “que considera propia” pero a la que no pertenece. Entre las ocupaciones de este personaje se cuentan el manejo del resto de la servidumbre, muchos de ellos niños de la misma edad de los pequeños príncipes, pero que no pueden acceder al mundo de fantasía y privilegios de los pequeños príncipes –que asisten a una escuela restringida a los miembros de la realeza-… No son verdaderos “Meritócratas”.
Hollywood nos enseña que siempre un buen norteamericano salvará a la humanidad de las mayores amenazas, sean estas encarnadas por nazis, rusos, árabes, centro americanos, extraterrestres. Siempre es un norteamericano el que ante la expectativa mundial que sigue lo que pasa en New York desde los televisores en bares, casas de familia, lugares de trabajo, hospitales, consigue lo imposible. Nunca será un tucumano el que desarme la bomba en el último minuto. Y no son pocas las películas en donde el mismísimo presidente norteamericano se arremanga la camisa, se sube a pilotear una nave, pelea junto al capitán América a pesar de que le ruegan “no lo haga señor presidente, usted es muy importante”. El tipo va, se la juega y salva al mundo. Notable, realmente inspirador. Y esta palabra que es una repetición permanente en las campañas de Disney Junior, fue harto repetida en la visita de Obama hace pocos meses en nuestro país.
“Michelle Obama inspiró a mujeres argentinas”, decía el titular del diario La Nación el 23 de marzo a las 12.55 del mediodía. “Barak Obama inspiró a jóvenes argentinos en una conferencia”, comentaba la noticia también después de un acting digno de un gran comediante de stand up–género plenamente norteamericano, por cierto-, en el que además Natalia Quiroga, una docente universitaria que quiso hacer una pregunta y no llegó a formularla porque se quebró de la emoción: “Enseño política y no tengo respuestas. Usted es mi héroe y lo único que quiero es llevar a mis estudiantes “su mensaje”… Natalia no pudo continuar, rompió en llanto y se quedó sin palabras.
“La Argentina vuelve al mundo”
La esposa de Obama citó ejemplos vividos en primera persona. “En mis viajes por el mundo conocí chicas que caminan horas para ir a estudiar. Estas chicas son tan inteligentes y aplicadas como nosotras”. Implícitamente le faltó decir “son pobres, pero honradas”. La primera dama continuó “les apuesto a que cada una de ustedes conoce a una chica en la escuela o su familia que tiene problemas. Pueden acercarse a esa chica y ayudarla”. Allí entonces, donde al neoliberalismo no tiene intenciones de llegar, debe surgir una respuesta solidaria por parte del prójimo. Allí es donde queda evidenciada la ausencia total del Estado. Y es allí donde sólo algunas afortunadas serán tocadas por la varita, besadas por el príncipe azul. Casi como un relato religioso que nos pide sacrificios y privaciones en vida para disfrutar las bondades del reino de los cielos. O también, como esa mano invisible a la que debemos esperar pacientemente hasta que derrame su riqueza sobre nosotros y nos de la felicidad con la verdosa cara sonriente de George Washington.
En ese contexto previo a la visita del presidente norteamericano, el aparato propagandístico vernáculo jugó su partido difundiendo cientos de noticias donde destacan nuevas tendencias en Estados Unidos, que bien podríamos aplicar aquí en nuestro país para aspirar al “sueño americano”.
A saber: “Trabajar 10 años en el mismo lugar frustra psicológicamente” Fue la noticia que se difundió en el marco de una oleada de despidos masivos en sectores públicos. El sustento de esta afirmación es un estudio sociológico sobre los “Millenniais”, es decir aquellos ciudadanos norteamericanos nacidos entre 1982 y 2004 que ya son mayoría en la fuerza laboral de EEUU y prefieren crecer en otra empresa a hacer carrera en una sola (La Nación, 12-01-2016)
Hay más: “Tiempo libre; un tesoro que puede dar más felicidad que el dinero”. Los nuevos ricos de hoy son aquellos que pueden disfrutar de más tiempo para sí mismos” (Clarín, 23-01-2016)
“Pelopincho vieja y querida”, firmada por Rolando Barbano el 18-01-2016, con apelaciones a una infancia feliz en una columna de opinión para Clarín.
“Este año tenés que comer legumbres. Dieta saludable. Conocé sus propiedades” (en medio de los aumentos de la carne) 14-01-2016
“Vivir en 30 metros cuadrados, una tendencia que crece entre los porteños. Acomodan sus muebles en el equivalente un área chica de una cancha de fútbol y ahorran mucha energía”. 24-12-2016.
En América Noticias, durante la primera semana de mayo se divulgó un informe llamado “Gasto hormiga; pequeñas cosas que nos complican llegar a fin de mes”, y calculaban por ejemplo, cuánta guita por año gasta un padre que le compra a su pibe un alfajor cada tanto.
Y ante los aumentos, la depreciación del salario y el ajuste sobre la clase trabajadora argentina, el dispositivo mediático nos ofrece simpáticos informes ambientados musicalmente con la cortina de la película “Misión imposible”. Con una lectura ágil y animada del periodista, donde personas apuradas pasean por cientos de negocios buscando las mejores ofertas para ahorrar el mango. “Y, está todo caro…hay que buscar muchísimo, cuesta pero se pude” dice una jubilada.
Evita y La Cenicienta
En su libro “Siempre nos quedará París” José Pablo Feinman comenta que Tim Rice, el guionista de la ópera “Evita” protagonizada por Madonna y dirigía por Alan Parker, dijo en una oportunidad que “Evita es la trepadora más grande de la historia después de La Cenicienta”, entendiendo que la protagonista del cuento de hadas que venía del mismo extracto social de Eva, se dio por hecha al conseguir la felicidad gracias a su zapatito de cristal, pero subrayando como diferencia de que al llegar a la cima, Evita no renegó de su condición de clase y lejos de quedarse cómodamente comiendo perdices y paseando. La mujer de Perón se involucró activamente en la militancia por la clase trabajadora. Falleció con tan sólo 33 años, y hasta donde se lo permitieron sus fuerzas se comprometió solidariamente con una causa que creyó justa y colectiva.
Hay pobres, princesas, líderes populares que son buenos y otros que no lo son tanto. Depende de con qué óptica se los mire. Desde la perspectiva de algunos, los curas buenos son los que escriben cartas “durísimas” desde cómodos escritorios a los Jefes de Estado advirtiendo sobre la pobreza y organizando la colecta anual de Cáritas una vez por año. Después están los otros curas, como Carlitos Cajade, que predicó el evangelio con hechos, que verdaderamente “convirtió el verbo en carne y habitó entre nosotros”. Y lo hizo comprometiendo a toda su familia, amigos, vecinos, entendiendo la solidaridad como colectivo que fue creciendo buscando ayudar del prójimo con dignidad, generando fuentes de trabajo, albergando pibes y pibas en su hogar, con emprendimientos de contención y emprendimientos productivos, marchando por todo el país junto a Alberto Morlachetti con el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo para concientizar que detrás de cada pibe de la calle hay un padre desocupado. Que el trabajo dignifica y la educación iguala. Que el hambre es un crimen en el país de las vacas. Un cura que se plantó junto a los pibes y pibas frente a McDonalds que hoy lanza un acuerdo con el gobierno nacional para contratar pibes y pibas entre 18 y 23 años que ganaran 4500 pesos por tres meses de trabajar 8 horas diarias. Y cabe señalar que 1000 pesos de ese total, será un aporte del gobierno nacional como “incentivo” para terminar con la pobreza. En la puerta de uno de los emblemas del capitalismo internacional, Cajade despertó la ira del obispado conservador que lo miraba con recelo por su militancia gremial en la CTA, luchando porque a pibes en situación de calle los expulsaban de sus instalaciones, donde su personal de seguridad no precisamente los desalojaba diciéndoles “pibe, andá a la glorieta de plaza San Martín y decile a otro pibe de la calle que por ahí haya conseguido pan de ayer de algún panadero solidario que te convide. La recompensa del cristiano que comparte lo poco que tiene en la tierra, será bien recompensado en el reino de los cielos».
La pretensión se orienta a que los argentinos vayamos como “burros detrás de la zanahoria”, con la ilusión de algún día poder alcanzarla. De esa manera aportaremos nuestro granito de arena para “construir la argentina que soñamos”. Aceptando alegremente los despidos, la precarización laboral y el atropello de nuestros derechos por “un tiempo”, hasta que la mano benevolente del mercado distribuya generosamente su “maná” sobre nosotros. Como si acaso fuera suficiente presionar el botón de “pausa” y dejar en Stand by por tiempo indeterminado la alimentación de nuestros hijos, la compra de sus medicamentos, de sus útiles escolares, de su ropa… esperando que un día, como por arte de magia, algún otro laburante, desocupado o precarizado pero “afortunado” como Alfredo Farías, reciba la visita de un primer mandatario junto a su cuantiosa comitiva, que lo tome de las manos y le diga “muchas gracias por tu sacrificio”.
*Sebastián Moyano, Secretaría de Prensa de CTA Buenos Aires