Hueravilo: “Mi desafío como papá, trabajador y militante es enseñarles a mis hijas a pelear por sus derechos”  

Emiliano Lautaro Hueravilo Alonso, nació en la ESMA en 1977. Su madre, Mirta Alonso, de apenas 23 años y de un profundo compromiso social, lo parió en cautiverio. Lo tuvo 22 días, le hizo una marca en la oreja y le puso el nombre para que pudiera – luego- ser restituido. Así, a los pocos meses de vida fue encontrado por sus abuelos en Casa Cuna. Sus padres continúan desaparecidos. Hoy, integra una organización de derechos humanos, es dirigente de ATE, la CTA y hace dos años fue padre por tercera vez. Aquí te contamos su historia

«Yo soy Emiliano Hueravilo, tengo a mis padres desaparecidos. Mis viejos fueron militantes políticos en el partido comunista. Mi papá chileno, mi mamá de origen española. El 19 de mayo del 77 mi vieja estaba embarazada de mí de seis meses, ese día secuestran a mis padres. Mi mamá estaba en el velatorio de su abuelo, y estaba embazada ya de seis meses. Ambos trabajaban en la bodega Peña Flor en el Barrio de Palermo, Capital Federal. Mi viejo además de laburar estudiaba derecho. 

Él se había ido del velatorio porque tenía que ir a trabajar temprano al otro día. En determinado momento bajaron algunas personas de dos Falcons Verdes buscando a mi vieja: uno de ellos pregunta por Mirta Mónica. Mi vieja se levanta dice que era ella. Los sujetos se habían presentado como policía federal, y le dijeron que su marido estaba gravemente herido por un asalto y que solicitaba verla a ella. Mi mamá estaba con su papá, con mi abuelo materno, quiso acompañarla. Los sacaron hacia la verdea, mi vieja sube y a mi abuelo lo empujan diciendo que no lo necesitaban, salieron rápidamente. A los 10 minutos mi viejo entra a su casa, deja en la silla el saco y arriba de la mesa la billetera, y entra un grupo de tarea y se lo chupa. Lo llevaron a los dos a la ESMA. Nosotros nos enteramos que hubo un operativo en el barrio porque mis abuelos paternos se entran lo que pasó, empiezan a indagar en el barrio y un sereno de una obra que estaba enfrente de donde vivían les dijo que habían cerrado toda una manzana para hacer un operativo y dijo que los vehículos tenían un escudo indentificatorio de la Armada. Estuve entre 20 y 22 días con mi mamá que me hizo una marca en la oreja con un alfiler o aguja para que pudieran identificarme. Mis abuelos comenzaron a buscarme acudiendo a organizaciones de Derechos Humanos, en esos momentos la Liga por los Derechos del Hombre, donde se generaban habeas corpus.

El 13 de diciembre de 1977 los medios de la época difundieron la noticias de que una madre había abandonado a su hijo en las puertas del Hospital Elizalde  (ex casa cuna) en el Barrio de Barracas, con un papel que tenía mi nombre y apellido completo, Emiliano Lautaro Hueravilo Alonso, que había nacido en agosto del mismo año. Interviene la Doctora Servini de Cubría que era jueza de menores, y de esa forma llego hasta mis abuelos paternos. Me han criado ellos, y como militaban en DDHH, nos hemos formado en una casa con permanente discusión política, así que mi etapa de pre adolescencia la pasé militando. Años más tarde comencé a trabajar en el Hospital de Niños de La Plata como enfermero, y hoy tengo responsabilidades en la CTA-A Región La Plata – Ensenada, y ademáss soy Secretario de Derechos Humanos en ATE  Provincia de Buenos Aires.

¿que te genera ver el resurgir de discursos que son proclives a la represión, el desprecio por los derechos humanos, la discriminación, la xenofovia, la criminalización de la pobreza y la juventud?

Yo creo que los últimos años la lucha de Derechos Humanos, el primer juicio que se ha generado fue en la etapa que se volvió a la democracia con Alfonsín con el juicio a la junta, después lamentablemente el mismo gobierno que había dado un gran avance decidió retroceder con las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y después Menem, otro presidente constitucional, decidió el indulto. Pero las organizaciones de derechos humanos, estudiantiles, sindicales, hemos generado una pelea permanente. El aparato represivo sigue intacto, desde el 83 al 2017 y esto queda evidenciado con la influencia de Etchecolatz dentro de la Bonaerense. El día de la sentencia, en pleno juicio oral y público, Julio desapareció. Nosotros pudimos llegar a los juicios en los distintos lugares del país, hemos metido a genocidas en cárcel común con perpetua, y nos faltan un montón de cosa más. Mediáticamente se plantea que la dictadura militar son los personajes más conocidos, Videla, Massera, Agosti, El Tigre acosta…pero la dictadura vino a implementar un plan económico neoliberal y para poder aplicarlo eliminó una generación contando con la complicidad de empresarios, medios, civiles y hasta miembros de la iglesia. Hoy siguen intactas algunas cuestiones que ya deberían ser parte del pasado: esto que se debata si son 9000 o 30000, la teoría de los dos demonios…hubo un estado genocida que masacro al pueblo. Yo creo que hubo un terrorismo de estado, por lo cual el estado es responsable

Viniendo de una tradición militante por parte de tus abuelos y tus viejos que protagonizaron distintas experiencias políticas, ¿cómo llegaste a la CTA?

Yo milito desde los 12 años, en organizaciones de Derechos Humanos, y cuando uno empieza en la vida laboral, no es que me pongo la remera de militante y me saco la remera, y me ponga otra de trabajador. Uno es todo eso, y cuando el Espacio Memoria Verdad y Justicia es propuesto desde la CTA encabezada por Victor De Gennaro en aquel momento junto a un montón de organizaciones que coincidían y no coincidían con la CTA…y fuimos parte de ese proceso de construcción colectiva que generó un espacio para discutir no sólo sobre el 24 de marzo sino sobre otras cuestiones de DDHH también. Luego de afiliarme a ATE en el Hospital de Niños de La Plata, entendí que la CTA era la central que necesitábamos como clase. Una central fuerte para pelear por los Derechos de los trabajadores

¿Qué soñás para tus hijas?

Tengo tres hijas de 16, 7 y 2 años hoy. Sueño que con la pelea que uno da pueda quedarles un mundo mejor. Trataré de darle las herramientas para que la puedan seguir peleando. Cuando yo como militante estoy en la calle no sólo peleo por los compañeros y compañeras, también lo hago por mis hijas y el compromiso que tengo yo es allanarles el camino para que aprendan a luchar por sus derechos y los de sus pares. Ese es mi desafío más grande.

 

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